sábado, 29 de noviembre de 2008

NOVENA DE LA INMACULADA



Hoy comienza la novena de preparación a la gran festividad de la Inmaculada Concepción. Coincidiendo con el comienzo del año litúrgico, puede decirse que es una magnífica manera de introducirse en el tiempo y en el espíritu del Adviento. Es éste un tiempo de penitencia y de esperanza. De penitencia porque el hombre viejo ha de dar paso al hombre nuevo y ello implica una reorientación de toda la existencia, una conversión, un cambio de mentalidad: someter nuestro entendimiento y nuestra voluntad a Dios; dejar de pensar en humano y comenzar a pensar en divino. La Santísima Virgen nos dio ejemplo de perfecta sumisión a Dios: se declaró la esclava del Señor, la ancilla Domini. Ella no necesitaba penitencia, pero nos mostró el camino para practicarla: toda su vida sobre esta tierra estuvo constantemente orientada a Dios, conversa ad Deum.

El Adviento es también tiempo de esperanza. Reproduce toda la Historia de la Salvación: desde la creación del mundo y el drama del Paraíso hasta el nacimiento del Mesías, el enviado, el ungido, el que vino a restaurar definitivamente el comercio de Dios con los hombres, el esperado por los Patriarcas y el anunciado por los Profetas. Ahora bien, la Historia de la Salvación está fundamentada en la promesa divina hecha a nuestros primeros padres y en la que está prefigurada la Virgen María, la Mujer que aplastará la cabeza de la serpiente que acecha a su linaje. Ella dijo sí al plan de Dios, que le fue manifestado en la anunciación por el ángel y de este modo preparó como nadie los caminos del Señor. En su asentimiento, en la correspondencia a la altísima vocación a que Dios la llamó, quedó cifrada nuestra esperanza para siempre. Por esa la saludamos en la Salve como spes nostra.

Comencemos, pues, hoy la Novena a la Inmaculada con el ánimo de dejarnos conducir por nuestra Madre del Cielo por el camino de la penitencia y de la esperanza durante el tiempo de Adviento que comienza. Este año, además, será la mejor culminación de los festejos conmemorativos del sesquicentenario de las apariciones de Lourdes, en las que la Santísima Virgen quiso manifestarse precisamente bajo el misterio de su Inmaculada Concepción, que fue como se reveló a santa Bernardita Soubirous en 1858, como una corroboración de la definición dogmática pronunciada cuatro años antes por el beato Pío IX.

Las novenas son ejercicios piadosos de preparación a determinadas festividades del calendario católico. Normalmente una novena debería acabar la víspera del día que prepara. La de la Inmaculada, por lo tanto, se extiende entre el 29 de noviembre y el 7 de diciembre.




MODO DE HACER LA NOVENA


Por la señal de la Santa (+) Cruz, de nuestros (+) enemigos líbranos (+), Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Acto de contrición. Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.



Salutación para todos los días


Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida para Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción; así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que, por la gracia de Dios, has sido elegida para ser madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta Novena, para rogarte nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado. Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano.

Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro haya sido desamparado. No me dejéis pues a mí tampoco, porque si no, me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a Vos, antes bien cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción. Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un gran aprecio de la virtud, y la tercera, una buena muerte. Además dadme la gracia particular que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestra y bien de mi alma.


Ejercicios para cada día

Medítese unos momentos tomando como tema la lectura de algún clásico mariano: Las Glorias de María de San Alfonso María de Ligorio, El Tratado de la Verdadera Devoción de San Luis María Grignion de Montfort, la Mística Ciudad de Dios de la venerable María de Ágreda o las visiones sobre la Vida de la Santísima Virgen de la beata Ana Catalina Emmerick, por ejemplo.

Después, se dirá la oración de cada día:


Día primero

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María del pecado original en su Inmaculada Concepción y a nosotros nos hiciste el gran beneficio de libramos de él por medio de tu santo bautismo, así Te rogamos humildemente nos concedas la gracia de portarnos siempre como buenos cristianos, regenerados en Ti, Padre nuestro Santísimo.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día segundo

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María de todo pecado mortal en toda su vida y a nosotros nos das gracia para evitarlo y el sacramento de la confesión para remediarlo, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de no cometer nunca pecado mortal, y si incurrimos en tan terrible desgracia, la de salir de él cuanto antes, por medio de una buena confesión.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día tercero

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María de todo pecado venial en toda su vida, y a nosotros nos pides que purifiquemos más y más nuestras almas, para ser dignos de Ti, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los pecados veniales y de procurar y obtener cada día más pureza y delicadez de conciencia.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día cuarto

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como libraste a María del pecado y le diste dominio perfecto sobre todas sus pasiones, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de ir domando nuestras pasiones y destruyendo nuestras malas inclinaciones, para que Te podamos servir con verdadera libertad de espíritu y sin imperfección ninguna.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día quinto

¡Oh Santísimo Ifijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante de su Concepción diste a María mas gracia que a todos los Santos y Angeles del cielo, así Te rogamos humildemente por intercesión de tu Madre Inmaculada nos inspires un aprecio singular de la divina gracia que Tú nos adquiriste con tu sangre y nos concedas el aumentarla más y más con nuestras buenas obras y con la recepción de tus santos sacramentos, especialmente el de la comunión.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día sexto

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante infundiste en María, con toda plenitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas a nosotros la abundancia de estos mismos dones y virtudes, para que podamos vencer todas las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud dignos de nuestra profesión de cristianos.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.


Día séptimo

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestrol Así como diste a María, entre las demás virtudes, una pureza y castidad eximia, por la cual es llamada Virgen de las Vírgenes, así Te suplicamos, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la dificilísima virtud de la castidad, que no se puede conservar sin tu gracia, pero que tantos han conservado mediante la devoción de la Virgen y tu protección.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.


Día octavo

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como diste a María la gracia de una ardentísima caridad y amor de Dios sobre todas las cosas, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas un amor sincero a Ti, oh Dios y Señor nuestro, nuestro verdadero bien, nuestro bienhechor, nuestro Padre, y que antes queramos perder todas las cosas que ofenderte con un solo pecado.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Glortiapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día noveno

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como has concedido a María la gracia de ir al cielo y de ser en él colocada en el primer lugar después de Ti, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas una buena muerte, que recibamos bien los últimos sacramentos, que expiremos sin mancha ninguna de pecado en la conciencia y vayamos al cielo para siempre gozar en tu compañía y la de nuestra Madre, con todos los que se han salvado por ella.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.

Preces finales


Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
Yo te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
No me dejes, Madre mía.


Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro,oh Virgen gloriosa y bendita. Señora nuestra, mediadora nuestra, abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a tu Hijo, preséntanos ante tu Hijo. Amén.

TOTA PVLCHRA


V. Tota pulchra es, Maria.
R. Tota pulchra es, Maria.
V. Et macula originalis non est in te.
R. Et macula originalis non est in te.
V. Tu gloria Ierusalem.
R. Tu laetitia Israel.
V. Tu honorificentia populi nostri.
R. Tu advocata peccatorum.
V. O Maria.
R. O Maria.
V. Virgo prudentissima.
R. Mater clementissima.
V. Ora pro nobis.
R. Intercede pro nobis ad Dominum Iesum Christum.
V. In conceptione tua, Immaculata fuisti.
R. Ora pro nobis Patrem cuius Filium peperisti.
V. Domina, protege orationem meam.
R. Et clamor meus ad Deum perveniat.

Oremus. Sancta Maria, regina caelorum, mater Domini nostri Iesu Christi, et mundi Domina, quae nullum derelinquis, et nullum despicis: respice me, Domina, clementer oculo pietatis, et impetra mihi apud tuum dilectum Filium cunctorum veniam peccatorum: ut qui nunc tuam sanctam et immaculatam conceptionem devoto affectu recolo, aeternae in futurum beatitudinis, bravium capiam, ipso, quem virgo peperisti, donante Domino nostro Iesu Christo: qui cum Patre et Sancto Spiritu vivit et regnat, in Trinitate perfecta, Deus, in saecula saeculorum. Amen.

2 comentarios:

Dan dijo...

Gracias por este Blog, gracias por esta apostolado de Fe Catolica y Tradicional. Ademas, resulta muy beneficioso por la amplia difusion de oraciones y costumbres que muchos van perdiendo o ignorando por completo.
Viva Cristo Rey!

Anónimo dijo...

que seu blog seja mais um soldado na grande cruzada contra o modernismo!!não desista! MATER DOLOROSA ORA PRO NOBIS!!!