domingo, 30 de noviembre de 2008

LA CORONA O GUIRNALDA DE ADVIENTO




Una costumbre muy significativa de este tiempo de preparación para la Navidad es la corona o guirnalda de Adviento, que consiste en un cerco hecho de follaje verde y adornado con manzanas y lazos rojos, sobre el que se colocan equidistantes cuatro velas: tres de color morado y una de color rosa. Esta corona se suele bendecir antes de ponerla en un lugar preferente de la casa. Se enciende a la hora de la cena, después de la cual, la familia se reúne para rezar el Rosario o algún ejercicio piadoso propio del Adviento (Novena de la Inmaculada, Novena del Nacimiento, Antífonas “O”, etc.).

Las velas no se encienden todas de una vez, sino paulatinamente, coincidiendo con las primeras vísperas de cada domínica de Adviento. Así, la primera vela se enciende en las primeras vísperas de la primera domínica; la segunda, se enciende en las primeras vísperas de la segunda domínica, y así sucesivamente, hasta encender las cuatro en las primeras vísperas de la cuarta domínica. En la tercera domínica, o sea la domínica Gaudete, se enciende la vela rosa, que hace alusión al color de los ornamentos que en ella se emplean.

El simbolismo de la corona de Adviento es muy profundo. Su forma circular representa el amor de Dios, que no tiene principio ni fin y, al mismo tiempo, su alianza eterna con los elegidos. El color verde de su follaje hace alusión a la esperanza, que es el sentimiento que inspira la proximidad de la Navidad, y a la vida sobrenatural engendrada por la gracia santificante. Las cuatro velas significan la luz de Cristo, que brilló entre las tinieblas en las cuales quedó sumida la Humanidad por el pecado y que se fueron disipando cada vez más conforme se aproximaba el Mesías. El color morado de tres de ellas es el de la penitencia; el color rosa, el de la mitigación de ella por el gozo de pensar que el Redentor está cada vez más próximo. Las manzanas son figura de los frutos del Paraíso y los de las buenas obras. Los lazos simbolizan, en fin, los vínculos con que nos atamos a Dios, a su amor y a su misericordia.

Pongamos la corona de Adviento en nuestros hogares y que la esperanza del Mesías venidero ciña nuestros corazones con una guirnalda de amor a Dios y al prójimo.

sábado, 29 de noviembre de 2008

TIEMPO DE ADVIENTO


Con las primeras vísperas de hoy comienza el Adviento y, con él, el nuevo año litúrgico. Así como el año natural está determinado por la revolución de la Tierra alrededor del Sol, a través del año litúrgico la existencia del cristiano gira en torno a Jesucristo, el Sol de Justicia, que da la vida sobrenatural de la gracia, a semejanza del astro rey, que con su luz y calor posibilita la vida material. La asimilación de Nuestro Señor a éste ha llevado a fijar la fecha de la Navidad coincidiendo con el solsticio de invierno en el hemisferio septentrional, que es cuando el Sol, que ha llegado a su máxima declinación respecto del ecuador, comienza nuevamente su ascenso, como si renaciera. De esta manera se simboliza la acción redentora de Jesucristo que renueva toda la creación.

Conviene recordar cómo está diseñado el año litúrgico. Gira éste en torno a un doble eje, constituido por los dos grandes misterios cristológicos: el de la Encarnación y el de la Redención. Éstos determinan los dos ciclos sobre los que se articula el llamado propio del tiempo: el ciclo de Navidad-Epifanía y el ciclo de Pascua-Pentecostés. Ambos son simétricos, pues están estructurados de la misma manera. También son dinámicos, ya que se dividen en tres tiempos con diferente ritmo: un tiempo lento de preparación, un tiempo vivo de celebración y un tiempo apacible de prolongación. Así pues, tenemos el siguiente esquema:


CICLO DE NAVIDAD-EPIFANÍA

Preparación: Tiempo de ADVIENTO
Celebración: Tiempo de NAVIDAD
Prolongación: Tiempo DESPUÉS DE EPIFANÍA


CICLO DE PASCUA-PENTECOSTÉS

Preparación Remota: Tiempo de SEPTUAGÉSIMA
Preparación Próxima: TIEMPO DE CUARESMA
Preparacón Inmediata: Tiempo de PASIÓN
Celebración: Tiempo de PASCUA
Prolongación: Tiempo DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


El tiempo de Adviento es tiempo de penitencia y conversión (de ahí el color morado de los ornamentos, la ausencia de flores y el enmudecimiento del órgano), aunque no tan rígido como el de Cuaresma. Es una expectación gozosa, por lo cual el ayuno y la abstinencia son más mitigados. Los cuatro domingos de este tiempo representan la espera de la Humanidad por su Redentor a través de los cuatro milenios del Antiguo Testamento o las cuatro Edades de la Antigüedad (la Edad de Oro, de Plata, de Bronce y de Hierro).

Las figuras sobresalientes del Adviento son la Santísima Virgen, cuya Inmaculada Concepción constituye una pausa de solemne regocijo en medio de este tiempo penitencial, y San Juan Bautista, el Precursor, que anuncia al Cordero de Dios que quita los pecados del mundo y que nos exhorta a preparar los caminos del Señor. La Virgen María representa la esperanza porque es portadora de la salvación, mientras el Bautista representa la penitencia, que predicaba de palabra y obra.

También tiene el Adviento un sentido escatológico. Al mismo tiempo que conmemoramos la primera venida del Mesías, esperamos su segunda venida gloriosa. Por eso en la primera domínica de este tiempo el Evangelio nos presenta el cuadro de la Parusía, enlazando así con la última dominica del tiempo después de Pentecostés, en la cual se habla del juicio universal, cuando se manifestará Jesucristo en gloria y majestad para inaugurar su reino, que no tendrá fin.

Como ejercicio piadoso muy útil y apropiado para este tiempo, se propone a continuación unas preciosas letanías sacadas de la Sagrada Escritura y publicadas en un antiguo texto de 1618 titulado Fasciculus Sacrarum Orationum et Litaniarum ad usum quotidianum Christiani hominis, ex sanctis Scripturis et Patribus collectus. Se encuentran en el magnífico sitio internet Thesaurus Precum Latinarum (http://www.preces-latinae.org/index.htm).



LITANIAE PRO TEMPORE ADVENTVS

Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Christe, audi nos.
Christe, exaudi nos.
Pater de caelis Deus,
R. miserere nobis.
Fili redemptor mundi Deus,
R. miserere nobis.
Spiritus Sancte Deus,
R. miserere nobis.
Sancta Trinitas, unus Deus,
R. miserere nobis.
Verbum Patris, per quod facta sunt omnia,
R. miserere nobis.
Verbum caro factum,
R. miserere nobis.
Messia in lege promisse,
R. miserere nobis.
Mysticis praefigurate miraculis,
R. miserere nobis.
Oraculis praenuntiate Propheticis,
R. miserere nobis.
Ab Angelis annuntiate,
R. miserere nobis.
A Regibus concupite,
R. miserere nobis.
Cunctis gentibus desiderate,
R. miserere nobis.
A Patre in mundum misse,
R. miserere nobis.
De Spiritu Sancto concepte,
R. miserere nobis.
Sapientia de sede magnitudinis Dei emissa,
R. miserere nobis.
Desiderium collium aeternorum,
R. miserere nobis.
Ros in vellere Gedeonis,
R. miserere nobis.
Ignis Rubum inflammans, sed non comburens,
R. miserere nobis.
Scala Iacob,
R. miserere nobis.
Flos de radice Iesse,
R. miserere nobis.
Flos virgae Aaronis,
R. miserere nobis.
Flos apparens in terra nostra,
R. miserere nobis.
Odor agri cui benedixit Dominus,
R. miserere nobis.
Thymiama odoris suavissimi super altare aureum,
R. miserere nobis.
Nardus et Cinnamomum in horto concluso,
R. miserere nobis.
Signaculum super cor positum,
R. miserere nobis.
Lapis de morte sine manibus abscisse,
R. miserere nobis.
Aqua salutaris de cisterna Bethlehemitica,
R. miserere nobis.
Vinum novum in utre novo,
R. miserere nobis.
Aqua viva fluens cum impetu de Libano,
R. miserere nobis.
Lignum vitae in medio paradisi plantatum,
R. miserere nobis.
Fons in Paradiso scaturiens,
R. miserere nobis.
Aqua vitae in fonte signato,
R. miserere nobis.
Lucerna supra candelabrum mundissimum,
R. miserere nobis.
Stella Iacob,
R. miserere nobis.
Virga de Israel,
R. miserere nobis.
Sol amiciens mulierem,
R. miserere nobis.
Vir a muliere circumdate,
R. miserere nobis.
Veritas de terra orta,
R. miserere nobis.
Iustitia de caelo prospiciens,
R. miserere nobis.
Salvator per portam clausam ingresse,
R. miserere nobis.
Princeps in porta orientali sedens,
R. miserere nobis.
Semen mulieris caput serpentis conterens,
R. miserere nobis.
Semen Abrahae; in quo omnes Gentes benedicentur,
R. miserere nobis.
Salus et expectatio nostra,
R. miserere nobis.
Emmanuel noster,
R. miserere nobis.
Propitius esto,
R. parce nobis, Domine.
Propitius esto,
R. exaudi nos, Domine.
Propitius esto,
R. libera nos, Domine.
Ab omni malo,
R. libera nos, Domine.
Ab omni peccato,
R. libera nos, Domine.
A corde duro et perverso,
R. libera nos, Domine.
Ab omni mala consuetudine,
R. libera nos, Domine.
Ab omni inordinata passione,
R. libera nos, Domine.
Ab omni asperitate morum,
R. libera nos, Domine.
Ab omni malitia et nequitia,
R. libera nos, Domine.
A mala et aeterna morte,
R. libera nos, Domine.
Per aeternam praedestinationem tuam,
R. libera nos, Domine.
Per adventum tuum,
R. libera nos, Domine.
Per mysterium sanctae incarnationis tuae,
R. libera nos, Domine.
Per immaculatam conceptionem tuam,
R. libera nos, Domine.
Per fidem et obedientiam gloriosae Virginis,
R. libera nos, Domine.
Per virginalem fecunditatem matris tuae,
R. libera nos, Domine.
Per gratiae plenitudinem matri tuae communicatam,
R. libera nos, Domine.
In die Iudicii,
R. libera nos, Domine.
Peccatores,
R. te rogamus audi nos.
Ut a peccatis nostris salvos nos facere digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut omnes actiones nostras ad te dirigere digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut paratam tibi in nobis mansionem facere digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut omnem superbiae montem in nobis humiliare digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut omnem pusillanimitatis vallem tua gratia in nobis implere digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut nos in te semper exultare et glorificare concedas,
R. te rogamus audi nos.
Ut humilitatem nostram aspicere, et brachium tuae potentiae super nos extendere digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut nos egenos tuis bonis implere digneris,
R. te rogamus audi nos.
Ut nos regni tui cohaeredes efficias,
R. te rogamus audi nos.
Ut nos exaudire digneris,
R. te rogamus audi nos.
Fili Dei,
R. te rogamus audi nos.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
R. parce nobis, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
R. exaudi nos, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,
R. miserere nobis.
Christe, audi nos.
Christe, exaudi nos.
Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Pater noster…
Et ne nos inducas in tentationem.
R. Sed libera nos a malo.
Veni ad liberandum nos, Domine Deus virtutum,
R. Ostende faciem tuam et salvi erimus.
Memento nostri Domine in beneplacito populi tui,
R. Visita nos in salutari tuo.
Ostende nobis Domine misericordiam tuam,
R. Et salutare tuum da nobis.
Domine, exaudi orationem meam,
R. Et clamor meus ad te veniat.

Oremus.

EXCITA quaesumus, Domine, potentiam tuam, et veni, ut ab imminentibus peccatorum nostrorum periculis te mereamur protegente eripi, te liberante salvari.
CONSCIENTIAS nostras quaesumus, Domine, visitando purifica, ut veniens Dominus noster Iesus Christus Filius tuus, paratam sibi in nobis inveniat mansionem.
DEUS, qui nos in tantis periculis constitutos, pro humana scis fragilitate non posse subsistere, da nobis salutem mentis et corporis, ut ea, quae pro peccatis nostris patimur, te adiuvante, vincamus.
OMNIPOTENS et mitissime Deus, respice propitius preces nostras, et libera corda nostra de malarum tentationibus cogitationum, ut Sancti Spiritus dignum fieri habitaculum mereamur.
PRAESTA, quaesumus omnipotens Deus, ut redemptionis nostrae sacra mysteria, et praesentis nobis vitae subsidia conferant, et aeternae beatitudinis praemia largiantur. Per Dominum nostrum Iesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regant in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. Amen.

V. Domine exaudi orationem meam.
R. Et clamor meus ad te veniat.
V. Benedicamus Domino.
R. Deo gratias.
V. Et fidelium animae per misericordiam Dei requiescant in pace.
R. Amen.


LETANÍAS PARA EL TIEMPO DE ADVIENTO


Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Dios Padre Celestial,

R. Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo, Redentor del mundo,
R. Ten misericordia de nosotros.
Dios Espíritu Santo,
R. Ten misericordia de nosotros.
Santa Trinidad, un solo Dios,
R. Ten misericordia de nosotros.
Verbo de Dios, por quien todas las cosas ha sido hechas,
R. Ten misericordia de nosotros.
Palabra hecha carne,
R. Ten misericordia de nosotros.
Mesías prometido en la Ley,
R. Ten misericordia de nosotros.
Prefigurado por místicos milagros,
R. Ten misericordia de nosotros.
Predicho por los Profetas,
R. Ten misericordia de nosotros.
Anunciado por Ángeles,
R. Ten misericordia de nosotros.
Deseado por los Reyes,

R. Ten misericordia de nosotros.
Anhelado por las naciones,

R. Ten misericordia de nosotros.
Enviado al mundo por el Padre,

R. Ten misericordia de nosotros.
Concebido por el Espíritu Santo,

R. Ten misericordia de nosotros.
Sabiduría enviada desde el trono de la gloria de Dios,

R. Ten misericordia de nosotros.
Deseo de los collados eternos,

R. Ten misericordia de nosotros.
Rocío en el vellocino de Gedeón,

R. Ten misericordia de nosotros.
Zarza ardiente en fuego incombustible,
R. Ten misericordia de nosotros.
Escala de Jacob,
R. Ten misericordia de nosotros.
Flor de la raíz de Jesé,

R. Ten misericordia de nosotros.
Flor de la vara de Aarón,
R. Ten misericordia de nosotros.
Flor que aparece en nuestra tierra,

R. Ten misericordia de nosotros.
Olor de campo bendecido por Dios,

R. Ten misericordia de nosotros.
Timiama de suavísimo olor sobre altar de oro,

R. Ten misericordia de nosotros.
Nardo y cinamomo en huerto cerrado,

R. Ten misericordia de nosotros.
Sello puesto sobre el corazón,

R. Ten misericordia de nosotros.
Piedra mortal desprendida sin intervención de mano alguna,
R. Ten misericordia de nosotros.
Agua saludable sacada del pozo de Belén,

R. Ten misericordia de nosotros.
Nuevo vino en nuevo odre,

R. Ten misericordia de nosotros.
Agua viva que fluye como torrente desde el Líbano,

R. Ten misericordia de nosotros.
Árbol de la Vida plantado en medio del Paraíso,

R. Ten misericordia de nosotros.
Fuente que mana del Paraíso,

R. Ten misericordia de nosotros.
Agua de la vida en fuente sellada,

R. Ten misericordia de nosotros.
Lámpara puesta sobre candelabro purísimo,

R. Ten misericordia de nosotros.
Estrella de Jacob,

R. Ten misericordia de nosotros.
Cetro de Israel,

R. Ten misericordia de nosotros.
Sol del que está vestida la Mujer,

R. Ten misericordia de nosotros.
Varón rondado por la mujer,

R. Ten misericordia de nosotros.
Verdad que brota de la tierra,

R. Ten misericordia de nosotros.
Justicia que desciende del Cielo,

R. Ten misericordia de nosotros.
Salvador que pasa por la puerta cerrada,

R. Ten misericordia de nosotros.
Príncipe sentado en la puerta oriental,

R. Ten misericordia de nosotros.
Linaje de la mujer que aplasta la cabeza de la serpiente,

R. Ten misericordia de nosotros.
Progenie de Abraham por la cual son bendecidas todas las naciones,

R. Ten misericordia de nosotros.
Salvación y esperanza,

R. Ten misericordia de nosotros.
Emmanuel nuestro,

R. Ten misericordia de nosotros.
Senos propicio,

R. perdónanos, Señor.
Senos propicio,

R. escúchanos, Señor.
Senos propicio,

R. líbranos Señor.
De todo mal,

R. líbranos Señor.
De todo pecado,

R. líbranos Señor.
De un corazón duro y perverso,

R. líbranos Señor.
De toda costumbre malvada,

R. líbranos Señor.
De toda pasión desordenada,

R. líbranos Señor.
De toda aspereza de costumbres,

R. líbranos Señor.
De toda malicia e indolencia,

R. líbranos Señor.
De una mala y eterna muerte,
R. líbranos Señor.
Por tu predestinación desde toda la eternidad,

R. líbranos Señor.
Por tu advenimiento,

R. líbranos Señor.
Por el misterio de tu santa Encarnación,

R. líbranos Señor.
Por tu virginal e inmaculada concepción,
R. líbranos Señor.
Por la fe y la obediencia de la gloriosa Virgen,

R. líbranos Señor.
Por la virginal fecundidad de tu Santísima Madre,

R. líbranos Señor.
Por la plenitud de gracia comunicada a tu Madre,

R. líbranos Señor.
En el día del Juicio,
R. líbranos Señor.
Nosotros pecadores,
R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes salvarnos de nuestros pecados,

R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes dirigir a Ti todas nuestras acciones,

R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes hacer que tengamos para Ti nuestra morada preparada,

R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes allanar en nosotros todo monte de soberbia,

R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes rellenar con tu gracia todo valle de pusilanimidad,

R. te rogamos, óyenos.
Que nos concedas gozarnos siempre en Ti y glorificarte,

R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes mirar nuestra humildad y extender sobre nosotros el brazo de tu poder,

R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes colmarnos a nosotros, pobres, de tus bienes,
R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes hacer de nosotros coherederos de tu reino,
R. te rogamos, óyenos.
Que te dignes atendernos,
R. te rogamos, óyenos.
Hijo de Dios,

R. te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R. perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,
R. escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

R. ten misericordia de nosotros.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Padre nuestro…
Ven a liberarnos, Señor, Dios de las Virtudes.

R. Muéstranos tu rostro y seremos salvos.
Acuérdate de nosotros, Señor, como el pueblo de tu beneplácito.

R. Visítanos con tu salvación.
Muéstranos, Señor, tu misericordia.
R. Y danos tu salvación.
Señor, escucha nuestra oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

Oremos.

Excita, Señor, tu poder y ven, para que con tu protección merezcamos vernos libres de los inminentes peligros de nuestros pecados y con tu gracia podamos salvarnos.
Purifica, Señor, nuestras conciencias visitándolas, para que tu Hijo Jesucristo, Señor Nuestro, encuentre en nosostros al venir una morada preparada para Él.
Oh Dios, que sabes que nuestra humana fragilidad no puede subsistir a tantos peligros como nos acechan, danos salud de alma y de cuerpo para que, con tu ayuda, podamos superar los sufrimientos por nuestros pecados.
Todopoderoso e indulgente Dios, sé propicio a nuestras plegarias y libra nuestros corazones de las tentaciones de malos pensamientos para que merezcamos convertirnos en digna morada del Espíritu Santo.
Concede, te rogamos, Dios Todopoderoso, que los sagrados misterios de nuestra redención nos otorguen los auxilios necesarios a la vida presente y nos alcancen los premios de la bienaventuranza eterna. Por Jesucristo, tu Hijo, nuestro Señor, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo, por los siglos de los siglos. Amén.

V. Señor, escucha mi oración.
R. Y llegue a Ti mi clamor.
V. Bendigamos al Señor.
R. Demos gracias a Dios.
V. Y las almas de los fieles difuntos por la misericordia de Dios descansen en paz.
R. Amén.



NOVENA DE LA INMACULADA



Hoy comienza la novena de preparación a la gran festividad de la Inmaculada Concepción. Coincidiendo con el comienzo del año litúrgico, puede decirse que es una magnífica manera de introducirse en el tiempo y en el espíritu del Adviento. Es éste un tiempo de penitencia y de esperanza. De penitencia porque el hombre viejo ha de dar paso al hombre nuevo y ello implica una reorientación de toda la existencia, una conversión, un cambio de mentalidad: someter nuestro entendimiento y nuestra voluntad a Dios; dejar de pensar en humano y comenzar a pensar en divino. La Santísima Virgen nos dio ejemplo de perfecta sumisión a Dios: se declaró la esclava del Señor, la ancilla Domini. Ella no necesitaba penitencia, pero nos mostró el camino para practicarla: toda su vida sobre esta tierra estuvo constantemente orientada a Dios, conversa ad Deum.

El Adviento es también tiempo de esperanza. Reproduce toda la Historia de la Salvación: desde la creación del mundo y el drama del Paraíso hasta el nacimiento del Mesías, el enviado, el ungido, el que vino a restaurar definitivamente el comercio de Dios con los hombres, el esperado por los Patriarcas y el anunciado por los Profetas. Ahora bien, la Historia de la Salvación está fundamentada en la promesa divina hecha a nuestros primeros padres y en la que está prefigurada la Virgen María, la Mujer que aplastará la cabeza de la serpiente que acecha a su linaje. Ella dijo sí al plan de Dios, que le fue manifestado en la anunciación por el ángel y de este modo preparó como nadie los caminos del Señor. En su asentimiento, en la correspondencia a la altísima vocación a que Dios la llamó, quedó cifrada nuestra esperanza para siempre. Por esa la saludamos en la Salve como spes nostra.

Comencemos, pues, hoy la Novena a la Inmaculada con el ánimo de dejarnos conducir por nuestra Madre del Cielo por el camino de la penitencia y de la esperanza durante el tiempo de Adviento que comienza. Este año, además, será la mejor culminación de los festejos conmemorativos del sesquicentenario de las apariciones de Lourdes, en las que la Santísima Virgen quiso manifestarse precisamente bajo el misterio de su Inmaculada Concepción, que fue como se reveló a santa Bernardita Soubirous en 1858, como una corroboración de la definición dogmática pronunciada cuatro años antes por el beato Pío IX.

Las novenas son ejercicios piadosos de preparación a determinadas festividades del calendario católico. Normalmente una novena debería acabar la víspera del día que prepara. La de la Inmaculada, por lo tanto, se extiende entre el 29 de noviembre y el 7 de diciembre.




MODO DE HACER LA NOVENA


Por la señal de la Santa (+) Cruz, de nuestros (+) enemigos líbranos (+), Señor Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo.

Acto de contrición. Señor mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero, Creador, Padre y Redentor mío; por ser Vos quien sois, bondad infinita, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido; también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia, propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuere impuesta. Amén.



Salutación para todos los días


Dios te salve, María, llena de gracia y bendita más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen soberana y perfecta, elegida para Madre de Dios y preservada por ello de toda culpa desde el primer instante de tu Concepción; así como por Eva nos vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que, por la gracia de Dios, has sido elegida para ser madre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado con su sangre.

A ti, purísima Madre, restauradora del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados y suplicantes en esta Novena, para rogarte nos concedas la gracia de ser verdaderos hijos tuyos y de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de pecado. Acordaos, Virgen Santísima, que habéis sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dignidad y gloria, sino también para salvación nuestra y provecho de todo el género humano.

Acordaos que jamás se ha oído decir que uno solo de cuantos han acudido a vuestra protección e implorado vuestro socorro haya sido desamparado. No me dejéis pues a mí tampoco, porque si no, me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a Vos, antes bien cada día quiero crecer más en vuestra verdadera devoción. Y alcanzadme principalmente estas tres gracias: la primera, no cometer jamás pecado mortal; la segunda, un gran aprecio de la virtud, y la tercera, una buena muerte. Además dadme la gracia particular que os pido en esta Novena, si es para mayor gloria de Dios, vuestra y bien de mi alma.


Ejercicios para cada día

Medítese unos momentos tomando como tema la lectura de algún clásico mariano: Las Glorias de María de San Alfonso María de Ligorio, El Tratado de la Verdadera Devoción de San Luis María Grignion de Montfort, la Mística Ciudad de Dios de la venerable María de Ágreda o las visiones sobre la Vida de la Santísima Virgen de la beata Ana Catalina Emmerick, por ejemplo.

Después, se dirá la oración de cada día:


Día primero

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María del pecado original en su Inmaculada Concepción y a nosotros nos hiciste el gran beneficio de libramos de él por medio de tu santo bautismo, así Te rogamos humildemente nos concedas la gracia de portarnos siempre como buenos cristianos, regenerados en Ti, Padre nuestro Santísimo.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día segundo

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María de todo pecado mortal en toda su vida y a nosotros nos das gracia para evitarlo y el sacramento de la confesión para remediarlo, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de no cometer nunca pecado mortal, y si incurrimos en tan terrible desgracia, la de salir de él cuanto antes, por medio de una buena confesión.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día tercero

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como preservaste a María de todo pecado venial en toda su vida, y a nosotros nos pides que purifiquemos más y más nuestras almas, para ser dignos de Ti, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los pecados veniales y de procurar y obtener cada día más pureza y delicadez de conciencia.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día cuarto

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como libraste a María del pecado y le diste dominio perfecto sobre todas sus pasiones, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la gracia de ir domando nuestras pasiones y destruyendo nuestras malas inclinaciones, para que Te podamos servir con verdadera libertad de espíritu y sin imperfección ninguna.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día quinto

¡Oh Santísimo Ifijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante de su Concepción diste a María mas gracia que a todos los Santos y Angeles del cielo, así Te rogamos humildemente por intercesión de tu Madre Inmaculada nos inspires un aprecio singular de la divina gracia que Tú nos adquiriste con tu sangre y nos concedas el aumentarla más y más con nuestras buenas obras y con la recepción de tus santos sacramentos, especialmente el de la comunión.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día sexto

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como desde el primer instante infundiste en María, con toda plenitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del Espíritu Santo, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas a nosotros la abundancia de estos mismos dones y virtudes, para que podamos vencer todas las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud dignos de nuestra profesión de cristianos.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.


Día séptimo

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestrol Así como diste a María, entre las demás virtudes, una pureza y castidad eximia, por la cual es llamada Virgen de las Vírgenes, así Te suplicamos, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas la dificilísima virtud de la castidad, que no se puede conservar sin tu gracia, pero que tantos han conservado mediante la devoción de la Virgen y tu protección.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.


Día octavo

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como diste a María la gracia de una ardentísima caridad y amor de Dios sobre todas las cosas, así Te rogamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas un amor sincero a Ti, oh Dios y Señor nuestro, nuestro verdadero bien, nuestro bienhechor, nuestro Padre, y que antes queramos perder todas las cosas que ofenderte con un solo pecado.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Glortiapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.



Día noveno

¡Oh Santísimo Hijo de María Inmaculada y benignísimo Redentor nuestro! Así como has concedido a María la gracia de ir al cielo y de ser en él colocada en el primer lugar después de Ti, así Te suplicamos humildemente, por intercesión de tu Madre Inmaculada, nos concedas una buena muerte, que recibamos bien los últimos sacramentos, que expiremos sin mancha ninguna de pecado en la conciencia y vayamos al cielo para siempre gozar en tu compañía y la de nuestra Madre, con todos los que se han salvado por ella.

Pídase la gracia que se desea obtener

Dígase tres veces
Pater, Ave y Gloriapatri con la siguiente invocación cada vez:

V. Oh María, sin pecado concebida.
R. Ruega por nos, que recurrimos a Vos.

Preces finales


Bendita sea tu pureza
Y eternamente lo sea,
Pues todo un Dios se recrea
En tan graciosa belleza.
A ti, celestial Princesa,
Virgen sagrada María,
Yo te ofrezco en este día
Alma, vida y corazón.
¡Mírame con compasión!
No me dejes, Madre mía.


Bajo tu amparo nos acogemos, Santa Madre de Dios. No deseches las súplicas que te dirigimos en nuestras necesidades; antes bien, líbranos siempre de todo peligro,oh Virgen gloriosa y bendita. Señora nuestra, mediadora nuestra, abogada nuestra: reconcílianos con tu Hijo, recomiéndanos a tu Hijo, preséntanos ante tu Hijo. Amén.

TOTA PVLCHRA


V. Tota pulchra es, Maria.
R. Tota pulchra es, Maria.
V. Et macula originalis non est in te.
R. Et macula originalis non est in te.
V. Tu gloria Ierusalem.
R. Tu laetitia Israel.
V. Tu honorificentia populi nostri.
R. Tu advocata peccatorum.
V. O Maria.
R. O Maria.
V. Virgo prudentissima.
R. Mater clementissima.
V. Ora pro nobis.
R. Intercede pro nobis ad Dominum Iesum Christum.
V. In conceptione tua, Immaculata fuisti.
R. Ora pro nobis Patrem cuius Filium peperisti.
V. Domina, protege orationem meam.
R. Et clamor meus ad Deum perveniat.

Oremus. Sancta Maria, regina caelorum, mater Domini nostri Iesu Christi, et mundi Domina, quae nullum derelinquis, et nullum despicis: respice me, Domina, clementer oculo pietatis, et impetra mihi apud tuum dilectum Filium cunctorum veniam peccatorum: ut qui nunc tuam sanctam et immaculatam conceptionem devoto affectu recolo, aeternae in futurum beatitudinis, bravium capiam, ipso, quem virgo peperisti, donante Domino nostro Iesu Christo: qui cum Patre et Sancto Spiritu vivit et regnat, in Trinitate perfecta, Deus, in saecula saeculorum. Amen.