Santa Ana, la Madre de la Santísima Virgen, es una de las más veneradas de todos los bienaventurados, habiéndose extendido su culto profusamente en la Edad Media. Aunque los Evangelios canónicos callan sobre ella y San Joaquín, lo cierto es que puede deducirse que pertenecían a la tribu de Judá y a la Casa de David, ya que San Pablo (Rom. I, 3) afirma de Jesucristo “qui factus est ex semine David secundum carnem” (fue engendrado de la simiente de David según la carne). Ahora bien, como Nuestro Señor se encarnó por obra del Espíritu Santo en el seno purísimo de María, sin concurso de San José, de quien es hijo putativo, es claro que la descendencia davídica biológica sólo le podía venir de su Madre (viniéndole la legal del glorioso patriarca).
Los Evangelios apócrifos dan ellos sí varios datos sobre los abuelos de Jesús. Naturales de Nazaret, en la Galilea, se cree que eran gentes de cierta riqueza proveniente de la ganadería. Algunos creen que eran francamente ricos; pero hay que pensar más bien que se trataba de una familia que podía permitirse vivir con holgura aunque sin lujos. Desde luego, no casa con el estilo de la Virgen la vida regalada y despreocupada en la que habría sido educada de haber sido sus padres muy acaudalados. Si, de acuerdo a la tradición apócrifa, el parentesco de María con Santa Isabel, la madre del Bautista, le venía por Santa Ana, se ha de pensar que ésta era de estirpe sacerdotal, ya que el evangelio de San Lucas dice que Isabel era “de filiabus Aaron” (de las hijas de Aarón, el Sumo Sacerdote, hermano de Moisés).
El episodio principal que se narra en los escritos apócrifos relativo a Santa Ana y su esposo es el de la milagrosa concepción de la Santísima Virgen. Aquéllos se habían mudado de Nazaret para vivir en Jerusalén. Se dice que Ana era ya de edad no apta para concebir y era estéril, lo cual era un baldón para una familia israelita, ya que se consideraba como una maldición de Dios. Un día que Joaquín fue a ofrecer su sacrificio en el templo, el sacerdote Matatías lo rechazó, increpándole el no poder tener descendencia. El patriarca se retiró humillado al monte a meditar en su vergüenza, mientras su esposa, sin comprender la ausencia de Joaquín, se lamentaba ante Dios de su desgracia. El Señor envió a ambos un ángel que les indicó que corrieran el uno al encuentro del otro. Obedeciendo al celeste mensajero, Ana y Joaquín se dieron alcance mutuamente bajo la Puerta Dorada del Templo, cesando la esterilidad aquélla, que concibió a la Virgen pura y sin mancha por especialísimo privilegio de Dios.
Esta bella historia tiene un sugestivo paralelismo con la de otra Ana, éste del Antiguo Testamento: la madre del juez Samuel, que también era mayor y estéril y había rogado sin cesar a Dios que le diera un hijo, al que prometió consagrar a su servicio. Por la unción de Samuel, el justo, David se convertiría en Rey de Israel; por María vendría al mundo el Rey del Universo, hijo de David. El papel desempeñado por las dos mujeres de nombre Ana en capítulos decisivos del plan de salvación es muy semejante. Otra Ana encontraremos en el Nuevo Testamento: la llamada profetisa, que hablaba a todo el mundo del Niño que fueron a presentar sus padres al Templo y que el anciano y venerable Simeón tomó en sus brazos anunciando sobre él cosas maravillosas, que María “guardaría en su corazón”. Todas las Anas son como anticipadoras y anunciadoras de salvación.
Otro episodio relacionado con la madre de la Virgen es su parto. Se dice que, en virtud de la criatura tan perfecta que iba a dar a luz, Ana quedó exenta de los normales dolores del parto. Las noticias sobre los padres de María vuelven con motivo de la presentación de la Niña en el Templo a los tres años para servir en él a Dios. Ana había ya educado a su hija desde muy pequeña en el temor de Dios y la precoz criatura, a quien consumía el celo de su Casa, se soltó de sus padres y corrió hacia el sacerdote, subiendo rápidamente las gradas del Templo para entregarse gozosa a su vida retirada como doncella escogida. Después vinieron los Desposorios de la Virgen con San José, heredero de la dinastía de David, y la concepción y Nacimiento de Jesús, acontecimientos a los que ciertamente asistirían los ancianos Joaquín y Ana. Poco más se narra de ellos, salvo que Santa Ana enviudó primero, después de haber asistido a San Joaquín en su última enfermedad y agonía.
El culto de Santa Ana se difundió en Oriente tan pronto como en el siglo IV. El emperador Justino (que reinó a principios del siglo VI) le dedicó una hermosa iglesia en Constantinopla, lo que da fe de la importancia de su veneración. En Occidente no se introdujo hasta el siglo XIII y fue a través de Francia y los cruzados que venían de los reinos francos del Medio Oriente. El papa Urbano VI instituyó una fiesta en su honor en 1382, aunque sólo para el Reino de Inglaterra. Fue Gregorio XIII quien en 1584 extendió su culto a toda la Iglesia. Esta gran santa es patrona, naturalmente de todas las abuelas, seres entrañables que contribuyen con su toque de dulzura y abnegación a la felicidad doméstica.
LETANÍAS DE SANTA ANA
Señor, ten piedad.
Cristo, ten piedad.
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos
Dios, Padre celestial, ten misericordia de nosotros.
Dios, Hijo, redentor del mundo, ten misericordia de nosotros.
Dios, Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros.
Santísima Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros.
Santa Ana, ruega por nosotros,
Descendente de la familia de David,
Hija de los patriarcas,
Fiel esposa de San Joaquín,
Madre de María, la Virgen Madre de Dios,
Amable madre de la Reina del Cielo,
Abuela de nuestro Salvador,
Amada de Jesús, María y José,
Instrumento del Espíritu Santo,
Ricamente dotada de las gracias de Dios,
Ejemplo de piedad y paciencia en el sufrimiento,
Espejo de obediencia,
Ideal del autentico feminismo,
Protectora de las vírgenes,
Modelo de las madres cristianas,
Protectora de las casadas,
Guardián de los niños,
Apoyo de la vida familiar cristiana,
Auxilio de la Iglesia,
Madre de misericordia,
Madre merecedora de toda confianza,
Amiga de los pobres,
Ejemplo de las viudas,
Salud de los enfermos,
Cura de los que sufren del mal,
Madre de los enfermos,
Luz de los ciegos,
Voz de quienes no pueden hablar,
Oído de los sordos,
Consuelo de los afligidos,
Alentadora de los oprimidos,
Alegría de los ángeles y Santos,
Refugio de los pecadores,
Puerto de salvación,
Patrona de la buena muerte,
Auxilio de cuantos recurren a ti,
Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo,perdónanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,escúchanos Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,ten piedad de nosotros.
V. Ruega por nosotros buenísima Santa Ana,
R. Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que te has complacido en escoger a Santa Ana para que de ella naciera la Madre de tu amado Hijo, haz que cuantos la honramos con especial confianza podamos, por su intercesión, alcanzar la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
Oremos. Dios todopoderoso y eterno, que te has complacido en escoger a Santa Ana para que de ella naciera la Madre de tu amado Hijo, haz que cuantos la honramos con especial confianza podamos, por su intercesión, alcanzar la vida eterna. Por Jesucristo nuestro Señor. R. Amén.
2 comentarios:
Dr. Durand:
soy un sacerdote de la Diócesis de Santiago de Compostela, España. Me gusta mucho su blog que sigo regularmente. He organizado el Primer Encuentro de Campaneros en una de las parroquias que regento, San Mamed de La Portela (Barro-Pontevedra, España).
Es muy tradicional en las parroquias rurales de la zona de Galicia (España) tener un sacristán que también toca la campana. Incluso suele haber además del sacristán, la figura del campanero. Saber tocar la campana es todavía hoy un indicador de cultura religiosa, ya que no es fácil saber todos los distintos toques que se hacen (difuntos, fiestas y solemnidades, etc). Y que se toque la campana en un entierro o una fiesta es casi imprescindible. Como dice el adagio latino, la campana "Missa convocat,mortuos plorat,festas decorat". Con el fin de preservar esta tradición que se está perdiendo, organizo esta Jornada. La gente joven ya no sabe estas tradiciones, así que espero que la Jornada sea un éxito.
Pastoralmente, creo que es una buena herramienta para acercar a la Iglesia a los hombres, más interesados en esto normalmente que las mujeres.
La jornada se celebrará según el siguiente horario:
Sábado 8 de Agosto de 2009
-19´30: bienvenida a los participantes y demostracion de los toques locales.
-19´45: demostracion de los participantes con toques y señales propios de sus parroquias.
-20´45: viño español
-21´30: cena de confraternidad
Enhorabuena por el blog y un saludo,
P. Oscar Torres. La Portela, Pontevedra (España).
Muchas gracias, Reverendo Padree, que Dios le bendiga por sus palabras de estímulo y por su invitación. Dedicaré próximamente una entrada a las campanas, que son la voz de Dios. Entertanto, le remito a un vínculo interesante publicado hace poco en Infocatólica: http://infocatolica.com/blog/novaetvetera.php/las-campanas-de-jaen-si-callan-ellas-gri
Un saludo muy cordial y le pido un memento en sus santas misas.
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