domingo, 31 de mayo de 2009

Junio: Mes del Sagrado Corazón de Jesús




Mañana comienza el mes de Junio y con él la piadosa conmemoración del Sagrado Corazón de Jesús, al que está tradicionalmente dedicado. Hoy acaba el mes de María, que es como una introducción en el misterio íntimo del amor de Jesucristo. Así como la Santísima Virgen fue la aurora pre-anunciadora del Sol de Justicia y trajo la salvación a este mundo por medio de su asentimiento al plan salvífico de Dios en la Encarnación del Verbo, de modo semejante, el mes de Mayo nos ha servido para disponer nuestras almas, mediante la consideración y la imitación de las virtudes de la Santísima Virgen, a fin de mejor penetrar en la devoción al Corazón Divino, causa de nuestra salvación. Aquí es donde se ve claramente cómo es verdad aquello de “a Jesús por María”.

No hay devoción más agradable a Dios en estos tiempos que ésta al Corazón de su Hijo, que nos ha sido dada como un extremo auxilio de su gran Misericordia. Desgraciadamente, tampoco hay actualmente devoción tan desperdiciada y olvidada, siendo así que es eficacísima y reconfortante. Dice Jesucristo: “Venid a Mí todos los que estáis fatigados y cargados, que Yo os aliviaré. Mi yugo es suave y mi carga ligera. Aprended de Mí que soy manso y humilde de corazón”. No puede mostrarse más compasivo y delicado hacia los pobres pecadores que somos. Nos sabe débiles y frágiles y conoce nuestros problemas y los peligros que nos acechan. Y quiere echarnos una mano… El mal en todas sus formas nos acosa y los espíritus perversos nos persiguen, y Él abre la herida de su costado para mostrarnos el seguro asilo de su Amor, que nos libra y nos salva.

San Juan Evangelista, el discípulo predilecto, que cuando, ya anciano, le preguntaban sus seguidores y oyentes por Jesucristo y su mensaje y respondía repitiendo invariablemente: “Amor, Amor, Amor…”, fue el primero que, al recostar su cabeza en el divino pecho, durante la Última Cena, tuvo el privilegio de oír los latidos de ese Corazón amantísimo y amabilísimo. Desde entonces, esta devoción se ha ido abriendo paso a través de almas delicadas y particularmente sensibles hasta la gran revelación que, hace ya más de trescientos años, quiso Jesús hacer a su confidente santa Margarita María de Alacoque. Fue ése el gran impulso, a partir del cual se extendió el culto al Corazón de Jesús como fuego incontenible por el mundo entero, que fue consagrado a Él por León XIII a instancias de otra alma amiga: la beata María del Divino Corazón, nacida condesa Droste zu Vischering.

Relacionados con la devoción al Sagrado Corazón están –además de la práctica recomendabilísima del ejercicio del mes de Junio– la de la comunión de los Nueve Primeros Viernes, la entronización en los hogares, el detente y la consagración personal mediante el pacto mutuo (difundida ampliamente por el gran misionero del Corazón de Jesús en el siglo XX que fue el R.P. Florentino Alcañiz). De cada uno de estos temas iremos hablando a lo largo de este mes. Entretanto, queremos proponer un modo de santificarlo por medio de la meditación y la piedad.

En primer lugar, queremos recomendar vivamente el libro clásico en la materia en lengua castellana (y que ha sido traducido a otros idiomas): es del Padre Alcañiz, al que acabamos de citar, y se titula La Devoción al Corazón de Jesús. Los que están familiarizados con él –que son muchos– lo llaman simplemente “el libro de la devoción”. Hay, por supuesto, otros libros quizás de mayor erudición histórica, como el del jesuita francés P. Bainvel, pero el del Padre Alcañiz toca el nervio de la piedad y excita a la devoción, sin por ello descuidar los aspectos informativos y las referencias históricas y biográficas. Todo aquel que lo ha leído con buena voluntad y recta intención se ha sentido movido a convertirse en devoto del Corazón de Jesús. El volumen ha sido publicado innumerables veces por las Misioneras Hijas del Corazón de Jesús, congregación fundada en Granada por el Padre Alcañiz junto con la sierva de Dios Carmen Méndez. Lo ofrecemos a través de estas líneas mediante el vínculo que ponemos a continuación:


y que esperamos que dé acceso a nuestros lectores al tesoro escondido y, sin embargo, tan fácil de disfrutar que encierra el Corazón Divino.

Quien se sienta tocado por este bellísimo texto (que puede servir de meditación diaria por partes, ya que es extenso) y desee consagrarse al apostolado del Corazón de Jesús, puede considerar formar parte de una cadena de amor haciéndose uno de sus “eslabones”. Para saber cómo, recomendamos visitar este sitio web: http://www.corazondejesus.net/eslabones.htm. Es una manera ideal para que la devoción dé frutos abundantes mediante un apostolado humilde, sencillo y fervoroso.

En cuanto a la manera práctica de santificar el mes del Sagrado Corazón, he aquí un método simple:

1.- Oración Preparatoria. Oh Dios, que, por medio del Corazón de vuestro Hijo, herido por nuestras culpas, os dignáis en vuestra misericordia infinita darnos los tesoros de vuestro amor; os pedimos nos concedáis que, al presentaros el devoto obsequio de nuestra piedad, le ofrezcamos también el homenaje de una digna satisfacción. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor. Amén.

2.- Consideración del día (ver anexo).

3.- Invocaciones.

a) Sagrado Corazón de Jesús, circundado de espinas, haced que aceptemos los sufrimientos de esta vida como expiación por nuestros muchos pecados e ingratitudes y en reparación contra las ofensas que se os infieren, especialmente en la Santísima Eucaristía. Os lo pedimos por intercesión de vuestra Madre dolorosa.

Pater, Ave y Gloriapatri

b) Sagrado Corazón de Jesús, inflamado por las llamas de vuestra inmensa caridad, haced que nuestros corazones se abrasen en ese divino fuego y sean purgados de todo afecto desordenado como el oro en el crisol, de modo que en Vos se hagan uno como ofrenda de amor agradable a Dios. Os lo pedimos por el Corazón Inmaculado de María.

Pater, Ave y Gloriapatri

c) Sagrado Corazón de Jesús, abierto por la lanza del soldado a quien revelásteis vuestra divinidad, permitid que nos refugiemos en el seguro asilo de vuestro amor y que en él moremos como antesala del Cielo, donde esperamos gozar de la visión beatífica. Os lo pedimos por vuestra Madre la Corredentora.


4.- Oración final. Oh Señor nuestro Jesucristo, haced que vuestros santos misterios infundan en nosotros un fervor divino, de modo que, recibida la suavidad de vuestro dulcísimo Corazón, aprendamos a despreciar lo terreno y amar lo celestial. Vos que vivís y reináis por los siglos de los siglos. Amén.


Anexo: Consideraciones para cada día del mes


Primera decena del mes: del 1 al 10


Día 1. La Cruz es el árbol en que quiso redimirnos Jesús. Quiso morir con los brazos extendidos para abrazar a todos los hombres. Amemos a quien tanto nos ha amado.
Día 2. La Cruz es la escalera por la cual podemos subir al Cielo. Quien pretenda salvarse por otro camino, se equivoca y va a su eterna ruina. Abracémonos con la Cruz.
Día 3. La Cruz es la balanza con que Jesús paga el precio de nuestro rescate. Nuestros méritos son nulos; los de Jesús son infinitos. Confiemos en Jesús Crucificado.
Día 4. La Cruz es la espada con la cual venceremos a los enemigos de nuestra salvación. Sin ella seremos vencidos. Sin Jesús nada podemos; con Él podemos todo.
Día 5. La Cruz es la palanca que, apoyándose en los méritos de Jesús, nos da fuerzas para levantar la pesadez de nuestra naturaleza caída y elevarla a lo sobrenatural.
Día 6. La Cruz es el puente que, al atravesar el abismo de la muerte, nos trasladará a las orillas ciertas y placenteras de una eternidad feliz. i Ay del que no se vale de ella ¡
Día 7. La Cruz es el martillo que aplastará un día a cuantos van contra ella. De Dios nadie se burla. Ahora calla; pero vendrá un día en que hablará y... Premiará o castigará.
Día 8. La Cruz es la llave con que Jesús ha querido abrirnos las puertas de la gloria y cerrarnos las del infierno. Llevémosla siempre sobre nuestro pecho y tengámosla en la cabecera de nuestro lecho.
Día 9. La Cruz es el áncora que nos salvará de las tempestades del mar proceloso de este mundo y nos conducirá al puerto seguro de salvación. Sin ella pereceremos infaliblemente.
Día 10. La Cruz es el faro que ilumina nuestra inteligencia, nos habla del infinito amor de un Dios y nos muestra el término de nuestra vida. Pensemos en lo que nos espera.


Segunda decena: del 11 al 20


Día 11. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la blasfemia, o la proferida por labios inmundos, o la declamada en la tribuna, o la impresa en el libro herético o impío. iAborrezcámosla!
Día 12. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la inmoralidad que a tantas almas seduce y que se manifiesta en el hablar y vestir, en la playa y en los espectáculos, en la novela y aún en el deporte. iAlerta con ella!
Día 13. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la impiedad, el desprecio que se hace de las cosas sagradas; la burla y el sarcasmo contra las mismas; la negación de las verdades y doctrinas de Jesús.
Día 14. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la profanación que se hace impune y públicamente de los días del Señor; la omisión de la Santa Misa; el convertir los días santos en días de pecado.
Día 15. Lanzada contra el Corazón de Cristo son los odios que reinan hoy en el mundo, tan contrario a Aquel que vino a enseñarnos las dulzuras de la divina Caridad y amor entre todos.
Día 16. Lanzada contra el Corazón de Cristo son las persecuciones que sufre la Iglesia, salida del Costado del Divino Redentor, sobre todo los que sufre de parte de las naciones anticristianas.
Día 17. Lanzada contra el Corazón de Cristo es el ateísmo materialista que pretende hoy dominar el mundo, borrar de las inteligencias todo el orden sobrenatural y sumirlo en el abismo de toda maldad.
Día 18. Lanzada contra el Corazón de Cristo son los tantos sacrilegios como se cometen contra todo lo más santo y sagrado y en la recepción de los santos Sacramentos indignamente recibidos.
Día 19. Lanzada contra el Corazón de Cristo es el desconocimiento que reina de la vida y doctrina de Jesús, aun por parte de muchos cristianos, que lo son solamente de nombre, pero no en realidad.
Día 20. Lanzada contra el Corazón de Cristo es la condenación eterna de tantos hombres, que no han querido aprovecharse de la Divina Sangre, derramada para su salvación.



Tercera decena: del 21 al 30


Día 21. Espina para el Corazón de Jesús es la falta de una fe viva por parte de muchos que le aman y sirven, y le sirven casi a la fuerza y arrastrándose más que caminando, en la vida espiritual.
Día 22. Espina es la falta de conformidad con la voluntad de Dios, que hace murmurar de la Divina Providencia, cuando las cosas no suceden según el propio gusto o capricho.
Día 23. Espina es la falta de caridad que tienen los pudientes con los menesterosos. Siempre habrá pobres en el mundo; pero no habría de haber miserables. Jesús impone la caridad como ley suya.
Día 24. Espina es la falta de devoción que manifiestan muchos cristianos en sus mismas oraciones; y las irreverencias que cometen en los templos con su porte poco cristiano.
Día 25. Espina es para el Corazón de Jesús la falta de paciencia y dominio propio de muchos cristianos, que no saben sufrir la menor contrariedad sin quejarse o incomodarse.
Día 26. Espina es para el Corazón de Jesús la sobra de comodidades de aquellos cristianos que se espantan al solo nombre del sacrificio y nada hacen por amor de Jesús, que tanto sufrió por ellos.
Día 27. Espina es la sobra de amor propio que domina en tantos corazones que no pueden soportar el menor aviso o corrección, viviendo por otra parte llenos de defectos.
Día 28. Espina es la sobra de negligencia con que se hacen las cosas de Dios. Mientras algunos son todo actividad y energía para las cosas puramente temporales.
Día 29. Espina es la sobra de frialdad, causa de que muchos cristianos, por otra parte buenos, cometan muchos pecados veniales sin que traten de enmendarse de ellos.
Día 30. Espina es para el Corazón de Jesús ver la falta de cristianos en los templos y la sobra de ellos en los centros de mundanas diversiones. El Corazón de Jesús ama, y no es amado. ¿Qué haces tú?





Litaniae de Sacratissimo Corde Iesu

Kyrie, eléison.
Christe, eléison.
Kyrie, eléison.
Christe, audi nos.
Christe, exáudi nos.
Pater de caelis Deus, miserére nobis.
Fili, Redémptor mundi, Deus, miserére nobis.
Spíritus Sancte, Deus, miserére nobis.
Sancta Trínitas, unus Deus, miserére nobis.
Cor Jesu, Filii Patris aetérni, miserére nobis
Cor Jesu, in sinu Vírginis Matris a Spiritu Sancto formátum, …
Cor Jesu, Verba Dei substantiáliter unítum, …
Cor Jesu, majestátis infinitae, …
Cor Jesu, tempi um Dei sanctum, …
Cor Jesu, tabernáculum Altíssimi, …
Cor Jesu, domus Dei et porta caeli, …
Cor Jesu, fornax ardens caritatis, …
Cor Jesu, justtiae et amóris receptáculum, …
Cor Jesu, bonitate et amóre plenum, …
Cor Jesu, virtútum ómnium abýssus, …
Cor Jesu, omni laude digníssimum, …
Cor Jesu, rex et centrum ómnium córdium, …
Cor Jesu, in quo sunt omnes thesáuri sapiéntiae et scintiae, …
Cor Jesu, in quo hábitat omnis plenitúdo divinitátis, …
Cor Jesu, in quo Pater sibi bene complácuit, …
Cor Jesu, de cujus plenitúdine omnes nos accépimus, …
Cor Jesu, desidérium cóllium aeternórum, …
Cor Jesu, pátiens et multae misericórdire, …
Cor Jesu, dives in omnes qui ínvocant te, …
Cor Jesu, fons vitae et sanctitátis, …
Cor Jesu, propitiatio pro peccátis nostris, …
Cor Jesu, saturátum oppróbriis, …
Cor Jesu, attrítum propter scélera nostra, …
Cor Jesu, usque ad mortem obédiens factum, …
Cor Jesu, láncea perforáturn, …
Cor Jesu, fons totius consolatiónis, …
Cor Jesu, vita et resurréctio nostra, …
Cor Jesu, pax et reconciliátio nostra, …
Cor Jesu, víctima peccatórum, …
Cor Jesu, salus in te sperántium, …
Cor Jesu, spes in te moriéntium, …
Cor Jesu, delíciae Sanctórum ómnium, …

Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, parce nobis, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, exaudi nos, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccáta mundi, miserére nobis.

V. Jesu, mitis et húmilis Corde.
R. Fac cor nostrum secúndum Cor tuum.

Oremus. Omnípotens sempitérne Deus, réspice in Cor dilectíssimi Filii tui, et in laudes et satisfactiónes, quas in nómine peccatórum tibi persólvit, iísque misericórdiam tuam peténtibus tu véniam concéde placátus, in nómine ejúsdem Fílii tui Jesu Christi: Qui tecum vivit et regnat in sáecula saeculórum. R. Amen.


Letanías del Sagrado Corazón de Jesús

Señor, misericordia.
Jesucristo, misericordia.Señor, misericordia.
Jesucristo, óyenos.Jesucristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,Ten piedad de nosotros
Dios Hijo, Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Santísima Trinidad un solo Dios,
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,
Corazón de Jesús, Formado por el Espíritu Santo en el Seno de María
Corazón de Jesús, unido sustancialmente al Verbo,
Corazón de Jesús, de Majestad infinita
Corazón de Jesús, santo Templo de Dios
Corazón de Jesús, Tabernáculo del Altísimo
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del Cielo
Corazón de Jesús, horno de encendido amor
Corazón de Jesús, receptáculo de la justicia y amor
Corazón de Jesús, lleno de bondad y amor
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza
Corazón de Jesús, Rey y centro de toda alabanza
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros de sabiduría y ciencia
Corazón de Jesús, en quien habita la plenitud de la Divinidad
Corazón de Jesús, en quien el Padre se ha complacido
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos recibido
Corazón de Jesús deseo de los collados eternos
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia
Corazón de Jesús, rico para todos los que lo invocan
Corazón de Jesús, fuente de vida y santidad
Corazón de Jesús, propiciación de nuestros pecados
Corazón de Jesús, saturado de oprobios
Corazón de Jesús, oprimido por nuestras maldades
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte
Corazón de Jesús, traspasado por la lanza
Corazón de Jesús, fuente de todo consuelo,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores
Corazón de Jesús, salvación de los que esperan en Ti
Corazón de Jesús, esperanza de los que en Ti mueren
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo.Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios que quitas los pecados del mundo,Ten misericordia de nosotros.

V. Jesús Manso y humilde de corazón,
R. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

Oración: Omnipotente y sempiterno Dios, mira al Corazón de tu muy amado Hijo y a las alabanzas y satisfacciones que te tributa en nombre de los pecadores; concede benigno el perdón a los que invocamos tu misericordia, en el nombre del mismo Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y reina en unión del Espíritu Santo Dios, por todos los siglos de los siglos. R. Amén.




miércoles, 27 de mayo de 2009

¿Qué se reza en las cuentas adicionales del Rosario?



Muchas veces más de uno se habrá preguntado qué es lo que se reza en las cuentas adicionales del Rosario, aquellas que se hallan fuera del circuito de las cinco decenas y sirven como nexo de unión de éstas con el pequeño crucifijo que cuelga de la corona. En realidad nada hay especialmente prescrito. Lo esencial de esta devoción mariana –la devoción de las devociones– consiste en el rezo de cinco padrenuestros, cincuenta avemarías y cinco gloriapatris distribuidos en cinco series llamadas “decenas”, mientras se contempla uno de los cuatro grupos de misterios aprobados por la Iglesia (gozosos, luminosos, dolorosos y gloriosos). Incluso la salve y las letanías lauretanas son supererogatorias. De modo que para cumplir con alguna penitencia prescrita por el confesor o alguna promesa hecha de rezar el Santo Rosario, basta con rezar las cinco decenas meditando en los misterios correspondientes.

Sin embargo, la piedad popular ha ido añadiendo elementos que han hecho de este ejercicio un auténtico monumento de espiritualidad: invocación al Espíritu Santo, acto de contrición, ofrecimiento, introducción de los misterios mediante breves perícopas de la Sagrada Escritura, jaculatorias, acción de gracias con la salve y oración, letanías lauretanas, oración a San José y preces por las intenciones del Papa para ganar las indulgencias. En ocasiones también se intercalan cantos piadosos. Pero respecto a las cuentas adicionales no hay consenso: hay quienes simplemente las ignoran; otros las utilizan para la devoción de las Tres Avemarías; otros las emplean para jaculatorias, etc. Aquí vamos a proponer un modo sencillo de darles un sentido en consonancia con el significado del Rosario.

La primera cuenta (la que sigue inmediatamente a la medalla que sirve de unión a los cabos del circuito de las decenas) puede dedicarse para pedir al Espíritu Santo, dador de toda gracia, que haga fructificar en nuestros corazones lo que hemos contemplado en los misterios que acabamos de rezar. El grupito de tres cuentas es muy apto para invocar a la Santísima Virgen en sus relaciones peculiares con cada una de las tres Personas de la Santísima Trinidad (que, al fin y al cabo, es lo que nos resume el Rosario, llamado con razón “el Evangelio de María”), pidiéndole nuestra purificación. La última cuenta, la que precede a la crucecita, nos puede servir para unirnos, mediante el gloriapatri, a las alabanzas de Aquella cuya alma inmaculada magnifica al Señor porque ha hecho en Ella maravillas.

A continuación lo exponemos en modo pormenorizado en latín y castellano:

En la primera cuenta mayor:

Spiritus Sancte, Deus, fac in nobis contemplata sic fructificare ut prosint ad salutem animarum nostrarum (Oh Dios Espíritu Santo, haced que lo que hemos contemplado fructifique de tal manera en nosotros que nos aproveche para la salvación de nuestras almas). Pater noster…

En las cuentas menores:

1.- Sancta María, Filia Dei Patris, Virgo purissima et castissima ante partum, tibi offerimus animam nostram cum suis potentiis et rogamus te ut cogitationes nostras purifices (Santa María, Hija de Dios Padre, Virgen purísima y castísima antes del parto, te ofrecemos nuestra alma con sus potencias y te pedimos que purifiques nuestros pensamientos). Ave María.

2.- Sancta María, Mater Dei Filii, Virgo purissima et castissima in partu, tibi offerimus corpus nostrum cum suis sensibus et rogamus te ut verba nostra purifices (Santa María, Madre de Dios Hijo, Virgen purísima y castísima en del parto, te ofrecemos nuestro cuerpo con sus sentidos y te pedimos que purifiques nuestras palabras). Ave María.

3.- Sancta María, Sponsa Dei Spiritu Sancti, Virgo purissima et castissima post partum, tibi offerimus cor nostrum cum suis affectibus et rogamus te ut opera desideriaque nostra purifices (Sancta María, Esposa de Dios Espíritu Santo, Virgen purísima y castísima después del parto, te ofrecemos nuestro corazón con sus afectos y te pedimos que purifiques nuestras obras y deseos). Ave María.

En la segunda cuenta mayor:

Sancta Maria, templum et sacrarium totius Sanctissimae Trinitatis, Mater Dei et Semper Virgo, tecum in coelo Deo mereamur dicere (Santa María, templo y sagrario de la Santísima Trinidad, Madre de Dios y siempre virgen, que merezcamos cantar en el cielo contigo): Gloria Patri…

Estas fórmulas, siendo de pura devoción privada pueden abreviarse o simplemente omitirse, pero rezando el padrenuestro, las avemarías y el gloriapatri con los mismos sentimientos. Insistimos en que se trata de una práctica supererogatoria que nada añade a la integridad esencial del Santo Rosario, pero que puede ayudar a aumentar la piedad cuando se tiene buenamente tiempo.

También se puede alternar la triple invocación a la Virgen que aquí ofrecemos con tres avemarías ofrecidas (sobre todo en los primeros sábados de mes) por la conversión de Rusia, con la jaculatoria: Cor Mariae Immaculatum: esto Russiae salus (Corazón Inmaculado de María, salvad a Rusia).

miércoles, 20 de mayo de 2009

Decenario del Espíritu Santo en preparación de la Festividad de Pentecostés




El día de hoy, Jueves de la Ascensión es cuando comienza el Decenario del Espíritu Santo, hermoso ejercicio de preparación para conmemorar su venida sobre la primera comunidad cristiana, acontecimiento que marca el nacimiento de la Iglesia.

Antes de partir para el Padre, Nuestro Señor Jesucristo aseguró a los suyos que les enviaría el Espíritu Santo como su Paráclito o abogado, que les enseñaría las cosas que sabía por comunicación del Padre y del Hijo y que les daría la fuerza necesaria para continuar adelante con la misión que les encomendaba de ir por todo el mundo y predicar a todas las gentes.

Sabemos que después de la Ascensión los Apóstoles se reunían en el Cenáculo y perseveraban en la oración juntamente con la Santísima Virgen y las santas mujeres. Fue en esta disposición como los encontró el Espíritu Santo el domingo de Pentecostés, cuando derramó su gracia y sus dones sobre ellos. La Iglesia nació, pues, eucarística, orante y mariana.

Acercándose, pues, la gran festividad que es como el cumpleaños de Nuestra Santa Madre Iglesia, preparémonos nosotros también con ese mismo espíritu: de amor a la Eucaristía, de oración y de devoción a la Santísima Virgen. Perseveremos recogiéndonos a menudo en el cenáculo de nuestras iglesias y santuarios que es el tabernáculo; velemos y oremos para no caer en tentación, y confiemos nuestras almas a nuestra Madre del Cielo.

La Virgen es el mejor ejemplo de cómo recibir al Espíritu Santo: basta repasar el hermoso episodio de la Anunciación para tomar ejemplo: humildad, disponibilidad, fe, confianza, entrega. Que se haga en nosotros según la divina voluntad pues somos los esclavos del Señor. Por eso Ella fue llena del Espíritu Santo, que la hizo Su Esposa. Y los efectos se dejaron sentir de inmediato: rebosante del Divino Amor, corrió a ejercer la caridad con su prima Isabel y el primer fruto de su solicitud fue la santificación de San Juan Bautista en el seno materno. La Virgen fue así la primera misionera de la Historia, llevando consigo a la salvación personificada y encarnada en Jesús, el fruto bendito de su vientre.

Hermoso ejemplo para la Iglesia y para nosotros. No podemos pretender grandes acciones apostólicas ni grandes triunfos sin una intensa vida interior, correspondiendo a la gracia que se nos derrama con el Espíritu Santo. Ningún esfuerzo humano, ningún activismo, es capaz por sí mismo de lograr nada: todo es obra del Espíritu y de su gracia, a la cual se debe corresponder, como María, como los Apóstoles.

Con estas reflexiones, invitamos a nuestros lectores a iniciar hoy la hermosa y tradicional devoción del Decenario del Espíritu Santo, para lo cual proponemos los vínculos siguientes:


En ellos se encuentra un ejercicio clásico y exhaustivo, que puede ser de gran provecho espiritual. Al mismo tiempo, recomendamos que en estos días de preparación para el gran domingo de la Pascua Granada o de Pentecostés nos acerquemos más frecuentemente al sagrario para adorar a Jesús en la Eucaristía, redoblemos el rezo del Santísimo Rosario y nos inundemos de un espíritu de oración constante. Como colofón, se encontrará al final de estas líneas una meditación del santo jesuita P. Florentino Alcañiz García (1893-1981) tomada de su libro sobre el Espíritu Santo y las Letanías en latín y castellano en honor de la Tercera Divina Persona, sacadas de la clásica recopilación de ejercicios de piedad Coeleste Palmetum, publicado en 1741.




Práctica de la devoción al Espíritu Santo


1. Pedir al espíritu Santo

Como en el pueblo cristiano hay poca devoción al Espíritu Santo, hay también pocas prácticas de su culto. Si falla el tronco, tienen que fallar ramas y flores. Por eso cada uno habrá de construir las prácticas a su gusto. Esto tiene una ventaja. Lo que pierden en encuadramiento de esquema, lo ganan en espontaneidad, que vale más.

La práctica más “práctica” es el trato frecuente con el Espíritu Santo.

Preguntaba en una misión rural el misionero a un niño: “Oye, niño, ¿tienes amor al Espíritu Santo?” Y contesta él: “Ya ve usted, como tenemos tan poco roce…”. Es verdad: sin “roce” no hay amor. Con el roce salta la electricidad.

PEDIR mucho al Espíritu Santo es la práctica mejor. Con las peticiones vienen enseguida los favores. El espíritu Santo es muy espléndido. Ante favores repetidos no hay corazón que se resista. Rezar poco y pedir mucho.

¿Pero rezar no es pedir? Generalmente no. Lo que se pide rezando pocas veces se consigue; lo que se pide pidiendo se consigue siempre.


2. Culto a la imagen

La devoción al Espíritu Santo es gemela con la del Corazón de Jesús. Por lo cual, las prácticas de ésta pueden servir de buen hilo conductor para aquélla. Tanto más cuanto que el Espíritu Santo es la mano oculta que va preparando prácticas de culto al Corazón divino.

Ahora bien, el culto a la imagen en la devoción al corazón de Jesús ha tenido mucha importancia desde sus orígenes hasta el presente. Y es que el Señor conoce perfectamente la psicología del hombre terrestre. Hoy ciertos elementos quieren proceder de otra manera. Da la impresión de que apuntan no al hombre terrestre, sino a un inquilino de otro planeta. Si es así, no tengo nada que objetar; porque francamente no conozco la psicología de los marcianos ni de otros vecinos suyos. La de los hombres de nuestro orbe la conozco un poco. He dedicado unos treinta años a misiones rurales.

Parece que la Doctora del Carmelo no compartía la opinión de los semi-iconoclastas de hoy, pues escribe:

“Cuando está uno en sequedades es gran regalo ver una imagen de quien con tanta razón amamos…; y yo me deleito mucho; a cada cabo que volviese los ojos la querría ver. ¿En qué mejor cosa, ni más gustosa a la vista, la podemos emplear que en quien tanto nos ama y en quien tiene en sí todos los bienes? Desventurados destos herejes que han perdido por su culpa esta consolación con otras”
(Camino espiritual, c. 34, n.8).

Santa teresa de Jesús, que se pasaba la vida en las cumbres de las séptimas moradas, “sentía gran consuelo y se deleitaba mucho” con las imágenes. Pero por lo visto hoy hay muchos que se pretenden cernirse por alturas de moradas mucho más altas que las de Santa Teresa…

Del Espíritu Santo la Santísima Trinidad ha querido ofrecernos una imagen simbólica, ungida de amabilidad, que es la paloma. Quiero escribir aquí cómo la vio Santa Teresa un día de Pentecostés:

“Estando en esto, veo sobre mi cabeza una paloma, bien diferente de las de acá; porque no tenía estas plumas, sino las alas de unas conchicas, que echaban de sí gran resplandor. Era grande, más que paloma. Paréceme que oía el ruido que hacía con las alas. Estaría aleteando espacio de un avemaría”.

De la paloma del Espíritu Santo hay muchas pinturas; a veces sola, o a veces en grupo con las otras Personas Trinitarias o con la Sagrada Familia. El culto a estas imágenes excitará el amor y atraerá sobre nosotros bendiciones parecidas a las del culto a la imagen del Corazón de Jesús.


3. La consagración

Con la devoción al Corazón de Jesús ha ido abriéndose camino la práctica ascética llamada consagración. Pío XII la condensó en las palabras del Corazón de Jesús al P. hoyos: “Cuida tú de mí y de mis intereses y yo cuidaré de ti y de los tuyos”.

Si en algún campo ascético cae bien la consagración es sin duda en el de la devoción al Espíritu Santo. Éste es casi su propio terreno de sementera. A otros sitios la consagración va llevada; aquí viene caída por su propio peso, dada la trabazón de ambos cultos.

Ocioso es advertir que dicha práctica de la consagración al Espíritu Santo puede aplicarse lo mismo al individuo que a la familia y otras entidades morales o colectivas. De hecho, la primera consagración fue la consagración de la Iglesia en el Cenáculo el día de Pentecostés. ¡Ojalá haya muchos cenáculos con muchos Pentecostés por todo el mundo!

(Tomado del libro El Espíritu Santo, segundo volumen de la colección Destellos Bíblicos del R.P. Florentino Alcañiz García, S.I., doctor y Maestro agregado a la Pontificia Universidad Gregoriana. Publicado en 1965 por las Misionera hijas del Corazón de Jesús.)



Litaniae de Spiritu Sancto

Kyrie, eleison.
Señor, ten piedad.
Kyrie, eleison.
Señor, ten piedad.
Christe, eleison.
Cristo, ten piedad.
Christe, eleison.
Cristo, ten piedad.
Kyrie, eleison.
Señor, ten piedad.
Kyrie, eleison.
Señor, ten piedad.

Spiritus Sancte a Patre Filioque procedens, miserere nobis.
Espíritu Santo, que procedes del Padre y del Hijo, ten misericordia de nosotros.
Spiritus Domini Deus Israel, miserere nobis.
Espíritu del Señor Dios de Israel, ten misericordia de nosotros.
Dominator hominum, miserere nobis.
Dominador de los hombres, ten misericordia de nosotros.
Replens orbem terrarum, miserere nobis.
Tú que llenas el orbe de la Tierra, ten misericordia de nosotros.
Habens omnem virtutem, miserere nobis.
Tú que tienes toda virtud, ten misericordia de nosotros.
Omnia bona operans, et omnia prospiciens, miserere nobis.
Tú que obras todo lo bueno y vigilas sobre todas las cosas, ten misericordia de nosotros.
Ornans caelos, stabilis, et securus, miserere nobis.
Tú que, estable y seguro, adornas los cielos, ten misericordia de nosotros.
Spiritus veritatis omnia suggerens, et distribuens, miserere nobis.
Espíritu de verdad que todo sugieres y distribuyes, ten misericordia de nosotros.
Spiritus sapientiae et intellectus, miserere nobis.
Espíritu de sabiduría e intelecto, ten misericordia de nosotros.
Spiritus consilii, fortitudinis, scientiae, et pietatis, miserere nobis.
Espíritu de consejo, fortaleza, ciencia y piedad, ten misericordia de nosotros.
Spiritus timoris Domini et prudentiae, miserere nobis.
Espíritu de santo temor de Dios y de prudencia, ten misericordia de nosotros.
Spiritus, quo inspirante locuti sunt sancti Dei homines, miserere nobis.
Espíritu, inspirándose en el cual hablaron los hombres de Dios, ten misericordia de nosotros.
Quae ventura annuntias, miserere nobis.
Tú que anuncias lo venidero, ten misericordia de nosotros.
Donum et promissio Patris, miserere nobis.
Don y promesa del Padre, ten misericordia de nosotros.
Spiritus Sancte Paraclite arguens mundum, miserere nobis.
Espíritu Santo Paráclito, que emplazas al mundo, ten misericordia de nosotros.
Spiritus, in quo daemonia eiiciuntur, miserere nobis.
Espíritu en quien los demonios son expulsados, ten misericordia de nosotros.
Spiritus, ex quo renascimur, miserere nobis.
Espíritu del cual renacemos, ten misericordia de nosotros.
Spiritus, per quem caritas Dei diffusa est in cordibus nostris, miserere nobis.
Espíritu por quien la caridad de Dios se difunde en nuestros corazones, ten misericordia de nosotros.
Spiritus adoptionis filiorum Dei, miserere nobis.
Espíritu de adopción de los hijos de Dios, ten misericordia de nosotros.
Spiritus gratiae et misericordiae, miserere nobis.
Espíritu de gracia y de misericordia, ten misericordia de nosotros.
Spiritus adiuvans infirmitatem nostram et reddens testimonium spiritui nostro, quod simus filii Dei, miserere nobis.
Espíritu que nos auxilias en nuestra debilidad y nos das testimonio de que somos hijos de Dios, ten misericordia de nosotros.
Spiritus suavis, benigne, super mel dulcis, miserere nobis.
Espíritu suave, benigno, más dulce que la miel, ten misericordia de nosotros.
Spiritus pignus hereditatis nostrae, deducens nos in terram rectam, miserere nobis.
Espíritu, prenda de nuestra herencia, que nos conduces hacia la tierra llana, ten misericordia de nosotros.
Spiritus principalis, vivificans et confortans, miserere nobis.
Espítitu principal, que vivificas y confortas, ten misericordia de nosotros.
Spiritus salutis, iudicii et gaudii, miserere nobis.
Espíritu de salvación, de juicio y de gozo, ten misericordia de nosotros.
Spiritus fidei, pacis, et ardoris, miserere nobis.
Espíritu de fe, de paz y de fervor, ten misericordia de nosotros.
Spiritus humilitatis, caritatis, et castitatis, miserere nobis.
Espíritu de humilidad, de caridad y de castidad, ten misericordia de nosotros.
Spiritus benignitatis, bonitatis, longanimitatis, ac mansuetudinis, miserere nobis.
Espíritu de benignidad, de bondad, de longanimidad y de mansedumbre, ten misericordia de nosotros.
Spiritus lenitatis, veritatis, unitatis ac consolationis, miserere nobis.
Espíritu de dulzura, de verdad, de unidad y de consuelo, ten misericordia de nosotros.
Spiritus compunctionis, promissionis, renovationis, ac sanctificationis, miserere nobis.
Espíritu de compunción, de promesa, de renovación y de santificación, ten misericordia de nosotros.
Spiritus vitae, patientiae, continentiae, ac modestiae, miserere nobis.
Espíritu de vida, de continencia y de modestia, ten misericordia de nosotros.
Spiritus omnium gratiarum, miserere nobis.
Espíritu de todas las gracias, ten misericordia de nosotros.

Propitius esto, parce nobis Sancte Spiritus.
Senos propicio, perdónanos, Espíritu Santo.
Propitius esto, exaudi nos Sancte Spiritus.
Senos propicio, escúchanos, Espíritu Santo.

A spiritu erroris, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Del espíritu de error, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
A spiritu immundo, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Del espíritu inmundo, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
A spiritu blasphemiae, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Del espíritu de blasfemia, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Ab omni obstinatione et desperatione, libera nos, Spiritus Dei vivi.
De toda obstinación y toda desesperación, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Ab omni praesumptione et veritatis contradictione, libera nos, Spiritus Dei vivi.
De toda presunción y contradicción de la verdad, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Ab omni malitia, et prava consuetudine, libera nos, Spiritus Dei vivi.
De toda malicia y costumbre depravada, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Ab invidia fraternae caritatis, libera nos, Spiritus Dei vivi.
De la envidia de la caridad fraterna, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
A finali impaenitentia, libera nos, Spiritus Dei vivi.
De la impenitencia final, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.

Per aeternam a Patre et Filio processionem tuam, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por tu eterna procesión del Padre y del Hijo, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Per invisibilem unctionem tuam, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por tu unicón invisible, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Per omnem gratiarum plenitudinem, qua Virginem Mariam semper possedisti, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por toda la plenitud de gracia con la que siempre poseíste a la Virgen María, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Per supereffluentem sanctitatis abyssum, qua conceptione Verbi Matrem Dei inundare fecisti, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por el abismo de desbordante santidad con la que hiciste inundar a la Madre de Dios en la concepción del Verbo, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Per sanctam in baptismo Christi apparitionem tuam, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por tu santa aparición en el bautismo de Cristo, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Per salutarem super apostolos adventum tuum, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por tu venida saludable sobre los Apóstoles, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.
Per ineffabilem bonitatem tuam, qua Ecclesiam gubernas, concilias Praesides, Martyres corroboras, Doctores illuminas, Religiones instituis, libera nos, Spiritus Dei vivi.
Por la inefable bondad con la que gobiernas la Iglesia, reconcilias a los príncipes, fortaleces a los mártires, iluminas a los Doctores e instituyes órdenes religiosas, líbranos, oh Espíritu de Dios vivo.

Peccatores, Te rogamus, audi nos.
Nosotros pecadores, te rogamos, óyenos.
Ut in spiritu ambulemus, et desideria carnis non adimpleamus, Te rogamus, audi nos.
Para que caminemos en el espíritu y no satisfagamos los deseos de la carne, te rogamos, óyenos.
Ut Te numquam contristemus, Te rogamus, audi nos.
Para que nunca te contristemos, te rogamos, óyenos.
Ut omnes Ecclesiasticos Ordines in sancta religione, et vero spiritu conservare digneris, Te rogamus, audi nos.
Para que te dignes conservar a todos los órdenes de la Jerarquía eclesiástica en la santa religión, te rogamos, óyenos.
Ut cuncto populo Christiano cor unum et animam unam donare digneris, Te rogamus, audi nos.
Para que dignes otorgar un solo corazón y una sola ánima a todo el pueblo cristiano, te rogamos, óyenos.
Ut virtutem omnium complementum nobis donare digneris, Te rogamus, audi nos.
Para que te dignes concedernos el complemento de todas las virtudes, te rogamos, óyenos.
Ut nos exaudire digneris, Te rogamus, audi nos.
Para que te dignes escucharnos, te rogamos, óyenos.
Spiritus Dei, Te rogamus, audi nos.
Espíritu de Dios, te rogamos, óyenos.

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, effunde in nos Sanctum Spiritum.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, infunde en nosotros el Espíritu Santo.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, emitte in nos promissum Patris Spiritum.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, envíanos al Espíritu del Padre que nos prometiste.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, da nobis spiritum bonum.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, danos el buen espíritu.

V. Spiritus Domini replevit orbem terrarum.
El espíritu de l Señor ha llenado toda la Tierra.
R. Et hoc, quod continet omnia, scientiam habet vocis.
Y Él, que todo lo contiene, posee la ciencia de la voz.

Oremus. Adsit nobis, quaesumus Domine, virtus Spiritus Sancti: quae et corda nostra clementer expurget, et ab omnibus tueatur adversis. Per Dominum nostrum Iesum Christum filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate eiusdem Spiritus Sancti, Deus, per omnia saecula saeculorum. R. Amen.
Oremos. Asístanos, te rogamos oh señor, la virtud del Espíritu Santo, que purgue clemente nuestros corazones y nos asegure contra todas las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en unidad del mismo Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. R. Amén.


lunes, 18 de mayo de 2009

Los tres días de Rogativas o Letanías Menores




Reseña histórica


En la Iglesia es antigua la costumbre de procesionar invocando la misericordia divina y la intercesión de los santos. En Roma se tenían durante el año las procesiones estacionales cada domingo o fiesta señalada y cada día durante la Cuaresma y la semana de Pascua. El obispo y el clero se reunían el día señalado en una iglesia determinada (llamada ecclesia collecta), donde se rezaba una oración (nuestra actual colecta). Desde allí y con el concurso del pueblo, se dirigían solemnemente a otra iglesia, donde se detenían (de allí el nombre de ecclesia stationalis) para celebrar en ella la misa del oficio del día. Por el trayecto iban cantando unas invocaciones llamadas letanías (del griego litanueo, que significa “suplicar”, “rogar”). Los Kyries del ordinario de la misa son un resto de las letanías procesionales. Aparte de estas procesiones fijas existían otras que se prescribían en ocasión de públicas calamidades o por acuciantes necesidades. Habiéndose perdido hace ya muchos siglos la costumbre de las procesiones estacionales (un resabio de las cuales es la procesión del Domingo de Ramos), la liturgia romana destina cuatro días del año a las procesiones de letanías: el 25 de abril o de Letanías Mayores y los tres días que preceden a la festividad de la Ascensión, llamados de Letanías Menores o de Rogativas.

Las Letanías Mayores en el día del evangelista San Marcos se introdujeron para cristianizar una antigua procesión pagana introducida por el rey Numa Pompilio en el siglo VII a. de J.C., en honor del numen Robigus (de ahí el nombre de Robigalia dado a esta celebración), deidad representativa de la fertilidad, para pedirle abundancia de cosechas. Las Letanías Menores, en cambio, fueron prescritas hacia el año 450 por San Mamerto, obispo de Vienne en el Delfinado, como días de penitencia para conjurar graves tribulaciones que se habían abatido sobre la ciudad y su comarca. Las procesiones penitenciales se fueron repitiendo cada año y se difundieron por todo Occidente, entrando a formar parte del calendario de la Iglesia de Roma. En medio de los gozos pascuales, estos tres días con oficio penitencial (que imponen el morado de los ornamentos) constituyen una pausa muy conveniente para preparar la Ascensión y Pentecostés (recordemos que los Apóstoles “perseveraban en la oración” junto con la Santísima Virgen y las pías mujeres).

Allí donde la procesión sea impracticable por la estrechez del lugar o el peligro o la imposibilidad de salir a la calle es recomendable cantar las Letanías de los Santos delante del Santísimo manifiesto después de la Santa Misa de Rogativas. Donde haya tiempo se pueden preceder del canto de los siete Salmos Penitenciales.


Del Catecismo de San Pío X:

CAPITULO IX

DE LA PROCESIÓN QUE SE HACE EL DÍA DE SAN MARCOS
Y LOS TRES DÍAS DE ROGATIVAS MENORES



80. ¿Qué hace la Iglesia el día de San Marcos y los tres días de Rogativas menores?

El día de San Marcos y los tres días de rogativas menores hace la Iglesia procesiones y rogativas solemnes para aplacar a Dios y hacerle propicio, a fin de que nos perdone los pecados, aparte de nosotros sus castigos, bendiga los frutos de la tierra, que empiezan a aparecer y provea a nuestras necesidades, así espirituales como temporales.

81. ¿Son muy antiguas las procesiones de San Marcos y de las Rogativas?

Las procesiones de San Marcos y de las Rogativas son antiquísimas, y el pueblo solía concurrir a ellas con los pies descalzos, con verdadero espíritu de penitencia y en grandísimo número, dejando toda otra ocupación para asistir a ellas.

82. ¿Qué hacemos en las letanías de los Santos que se cantan en las Rogativas y otras procesiones semejantes?

En las letanías de los Santos:

1° Imploramos misericordia de la Santísima Trinidad, y para ser oídos nos volvemos en particular a Jesucristo con aquellas palabras: Christe, audi nos; Christe, exaudi nos, es decir: Cristo, óyenos; Cristo, escúchanos.

2° Invocamos el patrocinio de la Virgen María, de los Ángeles y Santos del cielo, diciéndoles: orate pro nobis; rogad por nosotros.

3° Nos dirigimos de nuevo a Jesucristo y le pedimos, por todo lo que ha hecho. por nuestra salvación, que nos libre de todos los males, y principalmente del pecado, diciéndole: libera nos, Dómine; líbranos, oh Señor.

4° Le pedimos el don de una verdadera penitencia y la gracia de perseverar en su santo servicio, y le rogamos por todos los órdenes de la Iglesia y por la unión y felicidad de todo el pueblo de Dios, diciendo: te rogamus, audi nos; ,óyenos, Señor, te lo rogamos.

5° Terminamos con la palabra con que empezamos, implorando la misericordia de Dios, diciéndole de nuevo Kyrie eléison, etc.; Señor, ten piedad de nosotros, etc.

83. ¿Cómo hemos de concurrir a las procesiones?

Hemos de concurrir a las procesiones:

1° con buen orden y con verdadero espíritu de penitencia y oración, cantando despacio y con piedad lo que canta la Iglesia o, si no lo sabemos, uniéndonos con el corazón y rezando en .particular;

2° con modestia y recogimiento, no mirando acá ni acullá ni hablando a nadie sin necesidad;

3° con verdadera confianza de que Dios atenderá a nuestros gemidos y oraciones en común y nos otorgará lo que es necesario, así para el alma como para el cuerpo.

84. ¿Por qué en las procesiones se lleva delante la Cruz?

En las procesiones se lleva delante la Cruz para enseñarnos que siempre hemos de tener delante de los ojos a Jesucristo crucificado, a fin de regular según sus ejemplos nuestra vida y acciones e imitarle en su Pasión, sufriendo con paciencia las penalidades que nos afligen.


miércoles, 13 de mayo de 2009

Las oraciones de Fátima




En el transcurso de las apariciones que tuvieron lugar en Fátima, se les enseñaron a los tres niños videntes cinco oraciones únicas y poderosas, dos de ellas por el Ángel de la Paz y las otras tres por la Madre de Dios. Posteriormente, Nuestro Señor Jesucristo se le apareció a Sor Lucía en Rianjo, España, y le dictó dos oraciones más. En este 13 de mayo, en un nuevo aniversario de la primera aparición de la Santísima Virgen a Lucía y a los beatos Jacinta y Francisco, ofrecemos estas siete oraciones junto con otra que nos ha parecido muy conveniente publicar, esperando que sean de gran provecho espiritual a nuestros lectores.

Profundamente postrados se recita tres veces la siguiente deprecación:

Dios mío, yo creo, yo adoro, yo espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, ni os aman.


La plegaria que se halla a continuación puede servir tanto para ofrecer la Santa Misa como el Santo Rosario, así como al inicio de la visita al Santísimo Sacramento:



Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de Su Sacratísimo Corazón y los Dolores de Vuestra Inmaculada Madre, os pido la conversión de los pobres pecadores.


La siguiente oración no pertenece a las que el Ángel de Fátima enseñó a los tres pastorcitos, sino que se halla en un devocionario cordimariano publicado por la claretiana Editorial Coculsa en los años cuarenta. Se incluye por parecernos preciosa y muy apta para recitarla después de la anterior como ofrecimiento del Santo Rosario:

Y Vos, oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, que en Fátima os habéis querido llamar con el dulce nombre del Rosario, dignaos aceptar esta dulcísima devoción que vamos a rezar, según los deseos que habéis manifestado, con la intención de honraros, de haceros compañía y de reparar los ultrajes con que los impíos y malos cristianos hieren vuestro amante Corazón. Dignaos, Madre querida, cumplir vuestra promesa de asistirnos todos los días de nuestra vida y sobre todo en la hora de la muerte con las gracias necesarias para la eterna salvación de nuestras almas. Así sea.


Al final de cada misterio del Santo Rosario, después del Gloria Patri, dígase:

Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.

En latín:

O mi Iesu, peccata nostra dimitte nobis, ab igne inferni defende nos; perduc in coelum ómnium ánimas, eorum imprímis qui máxime misericordia Tua índigent.


Jaculatoria latréutica:

¡Oh, Santísima Trinidad!, os adoro. Señor mío y Dios mío, os amo en el Santísimo Sacramento.


Plegaria de ofrecimiento de mortificaciones y sacrificios:

¡Oh Jesús, te ofrezco este sacrificio por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!

Dos preces por la conversión de Rusia y del mundo:


Dulce Corazón de María, sed la salvación de Rusia, de España y de Portugal, de Europa y del mundo entero.

Por vuestra pura e Inmaculada Concepción, oh María, alcanzadme la conversión de Rusia, de España, de Portugal, de Europa y del mundo entero.





viernes, 8 de mayo de 2009

8 de Mayo: Aparición del Arcángel San Miguel en el Monte Gargano



La misa del 8 de mayo en honor a la Aparición del Arcángel San Miguel en el Monte Gargano es otra de las ilustres víctimas de la primera poda que sufrió el Misal Romano ya antes de las reformas post-conciliares. El nuevo código de rúbricas de Juan XXIII la relegó al apartado de las misas pro aliquibus locis al igual que la misa de la Invención de la Cruz (3 de mayo) y la de San Juan ante Portam Latinam (6 de mayo), que abrían espléndidamente el mes de las flores. El motivo era la duplicación de fiestas de un mismo titular. El Arcángel San Miguel, en efecto, es conmemorado también el 29 de septiembre. Sin embargo, mientras esta fiesta recuerda también a todos los espíritus angélicos, la de hoy era peculiar del gran príncipe de las huestes celestiales, habiendo sido extendida a la Iglesia universal por san Pío V.

La aparición a la que se refiere la calenda de hoy tuvo lugar en el año 490 en el sur de Italia, más precisamente en el monte Gargano, importante macizo que forma un promontorio en la región de Apulia a orillas del Adriático (se lo conoce como la espuela de la bota de Italia). Un vecino de Siponte había perdido un preciado ejemplar de su rebaño de toros y al buscarlo reparó que el animal estaba en la entrada de una cueva. Disparó hacia él una flecha para espantarlo y que volviera, pero el dardo dio una vuelta y retornó hacia el ganadero, el cual, asombrado, fue a contar el episodio al obispo. Éste dispuso tres días de ayuno y plegarias y acudió a la cueva. Mientras rezaba fuera de ella se le apareció un espíritu que se presentó como el Arcángel San Miguel, “el que asiste permanentemente en la presencia de Dios”. Indicó al obispo que deseaba que se le edificase una iglesia en esa cueva.

El prelado dudaba y en esta sazón el pueblo se vio amenazado por la invasión de los bárbaros. San Miguel volvió a aparecerse al obispo y le aseguró que no había nada que temer si había fe sincera y firme, prometiendo conjurar el peligro, como así fue, pues los invasores se retiraron. Aun así continuó el obispo con sus vacilaciones y decidió acudir al Papa, yendo a Roma, donde le expuso el caso. El Sumo Pontífice le prescribió lo mismo que él había dispuesto la primera vez que oyó la historia: tres días de ayuno y de oración ante la cueva, lo cual fue puesto en práctica. El santo Arcángel se manifestó por tercera vez y en esta ocasión de manera inequívoca. Dijo al obispo que no era necesario ya que consagrase la cueva pues ya había quedado santificada con la presencia angélica. Al penetrar en su interior, vio con asombro un espléndido altar revestido de rojo mantel y con una cruz de cristal. A la entrada había impresa la huella milagrosa de un pie, como queriendo atestiguar la sobrenatural visita.

El Santuario de San Miguel en el Monte Gargano se convirtió en una importante meta de peregrinación y contribuyó a la difusión de la devoción al Arcángel y tuvo ecos en otros lugares de la Cristiandad. En Roma, por ejemplo, cien años después de la aparición en el Gargano, el papa San Gregorio I atajó la peste que se había declarado mediante la invocación de San Miguel, a quien había visto en lo alto del mausoleo de Adriano blandiendo una espada. En la Edad Media el lugar se convirtió en fortaleza: el famoso e inexpugnable Castel Sant’Angelo. En el siglo VIII, el obispo de Avranches en Normandía hizo construir un santuario después de tener por tres veces (como en el monte Gargano) la visita de San Miguel. También fue escogido un promontorio: el que se alza frente a la costa normando-bretona y se convierte en isla debido al fenómeno de la pleamar, llevando el célebre nombre de Mont Saint-Michel, que alberga todavía hoy una magnífica abadía con su imponente castillo. El monte Gargano fue aún escenario de prodigios al aparecerse nuevamente el Arcángel para detener una terrible plaga desatada en 1656. Foco de gran espiritualidad, no es casual que en sus proximidades se erija el convento de San Giovanni Rotondo, donde se santificó el Padre Pío de Pietrelcina.

Como obsequio espiritual en este día, ofrecemos las letanías de San Miguel Arcángel en latín y castellano, así como el texto latino de la misa de la festividad. Hoy, además, encomendemos al gran Príncipe de las huestes celestes la peregrinación a Tierra Santa de Benedicto XVI. ¿No es significativo que la emprenda precisamente hoy, cuando se conmemora al que era el protector del pueblo elegido y lo es hoy también de la Iglesia?



LETANÍAS DEL ARCÁNGEL SAN MIGUEL


Kyrie, eleison.
(Señor, ten piedad)
Christe, eleison.
(Cristo, ten piedad)
Kyrie, eleison.
(Señor, ten piedad)
Christe, audi nos.
(Cristo, óyenos)
Christe, exaudi nos
(Cristo, escúchanos)
Pater de caelis Deus, miserere nobis.
(Dios Padre Celestial, ten misericordia de nosotros)
Fili Redemptor mundi, Deus, miserere nobis.
(Dios Hijo, Redentor del mundo, ten misericordia de nosotros)
Spiritus Sancte, Deus, miserere nobis.
(Dios Espíritu Santo, ten misericordia de nosotros)
Sancta Trinitas, unus Deus, miserere nobis.
(Santa Trinidad, un solo Dios, ten misericordia de nosotros)

Sancta Maria, Regina Angelorum, ora pro nobis.
(Santa María, Reina de los Ángeles, ruega por nosotros)

Sancte Michael Archangele, ora pro nobis.
(San Miguel Arcángel, ruega por nosotros)
Sancte Michael, sapientiae divinae fons abundans, ora pro nobis.
(San Miguel, fuente abundante de la sabiduría divina, ruega por nosotros)
Sancte Michael, divini Verbi adorator perfectissime, ora pro nobis.
(San Miguel, adorador pefectísimo del Verbo Divino, ruega por nosotros)
Sancte Michael, quem gloria et honore Deus coronavit, ora pro nobis.
(San Miguel, a quien coronó Dios de gloria y honor, ruega por nosotros)
Sancte Michael, caelestis exercitus princeps potentissime, ora pro nobis.
(San Miguel, príncipe poderosísimo del ejército celestial, ruega por nosotros)
Sancte Michael, Trinitatis sanctissimae signifer, ora pro nobis.
(San Miguel, portaestandarte de la Santísima Trinidad, ruega por nosotros)
Sancte Michael, paradisi custos, ora pro nobis.
(San Miguel, guardián del Paraíso, ruega por nosotros)
Sancte Michael, dux et consolator populi Dei, ora pro nobis.
(San Miguel, caudillo y consolador del pueblo de Dios)
Sancte Michael, splendor et fortitudo militantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, esplendor y fortaleza de la Iglesia militante, ruega por nosotros)
Sancte Michael, confortator prgantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, confortador de la Iglesia purgante, ruega por nosotros)
Sancte Michael, honor et gaudium triumphantis Ecclesiae, ora pro nobis.
(San Miguel, honor y gozo de la Iglesia triunfante, ruega por nosotros)
Sancte Michael, lumen Angelorum, ora pro nobis.
(San Miguel, lumbrera de los Ángeles, ruega por nosotros)
Sancte Michael, praesidium orthodoxi populi, ora pro nobis.
(San Miguel, asilo del pueblo ortodoxo, ruega por nosotros)
Sancte Michael, sub signo Crucis militantium fortitudo, ora pro nobis.
(San Miguel, fortaleza de los que militan bajo el signo de la Cruz, ruega por nosotros)
Sancte Michael, lux et spes animarum in agone mortis, ora pro nobis
(San Miguel, luz y esperanza de las almas que están en agonía, ruega por nosotros)
Sancte Michael, auxilium tutissimum, ora pro nobis.
San Miguel, auxilio segurísimo, ruega por nosotros)
Sancte Michael, in adversitatibus nostris adiutorium, ora pro nobis.
(San Miguel, ayuda en nuestras adversidades, ruega por nosotros)
Sancte Michael, aeternarum sententiarum proclamator, ora pro nobis.
(San Miguel, proclamador de las sentencias eternas, ruega por nosotros)
Sancte Michael, consolator animarum in purgatorio languentium, ora pro nobis.
(San miguel, consolador de las almas del Purgatorio, ruega por nosotros)
Sancte Michael, animas electorum post mortem suscipiens, ora pro nobis.
(San Miguel, que recibes las almas de los elegidos cuando mueren, ruega por nosotros)
Sancte Michael, princeps noster, ora pro nobis.
(San Miguel, nuestro príncipe, ruega por nosotros)
Sancte Michael, defensor noster, ora pro nobis.
(San Miguel, defensor nuestro, ruega por nosotros)

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, parce nobis, Domine.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor)
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, exaudi nos, Domine.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, escúchanos, Señor)
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, miserere nobis.
(Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, ten misericordia de nosotros)

V. Ora pro nobis, Sancte Michael Archangele.
(Ruega por nosotros, San Miguel Arcángel)
R. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
(Para que seamos dignos de las promesas de Cristo)

Oremus. Domine Iesu Christe, benedictione perpetua sanctifica nos, et concede, per intercessionem sancti Michaelis illam sapientiam quae doceat nos thesaurizare thesaurum in caelis, et pro temporalibus, aeterna bona eligere. Qui vivis et regnas in saecula saeculorum. R. Amen
(Oremos. Señor Jesucristo, santifícanos con tu perpetua bendición y concédenos por intercesión de San Miguel aquella sabiduría que nos enseñe a acumular tesoros en el cielo y, en las cosas temporales, elegir los bienes eternos. Que vives y reinas por los siglos de los siglos, R. Amén.)





IN APPARITIONE SANCTI MICHAELIS ARCHANGELI


Introitus


(Ps. CII, 20) BENEDÍCITE Dóminum, omnes Angeli ejus: poténtes virtúte, qui fácitis verbum ejus, ad audiéndam vocem sermónum ejus, allelúja, allelúja. (Ps. ibid., 1) Bénedic, ánima mea, Dómino: et ómnia, quae intra me sunt, nómini sancto ejus. V. Glória Patri… R. Amen.

Oratio

DEUS, qui, miro órdine, Angelórum ministéria hominúmque dispénsas: concéde propítius ; ut, a quibus tibi ministrántibus in caelo semper assístitur, ab his in terra vita nostra muniátur. Per Dóminum… R. Amen.


Epistola

Léctio libri Apocalýpsis beáti Joánnis Apóstoli (Apoc. I, 1-5). IN diébus illis: Significávit Deus quae opórtet fíeri cito, mittens per Angelum suum servo suo Joánni, qui testimónium perhíbuit verbo Dei, et testimónium Jesu Christi, quaecúmque vidit. Beátus qui legit et audit verba prophetíae hujus: et servat ea, quae in ea scripta sunt: tempus enim prope est. Joánnes septem ecclésiis, quae sunt in Asia. Grátia vobis, et pax ab eo, qui est, et qui erat, et qui ventúrus est: et a septem spirítibus, qui in conspéctu throni ejus sunt: et a Jesu Christo, qui est testis fidélis, primogénitus mortuórum, et princeps regum terrae, qui diléxit nos, et lavit nos a peccátis nostris in sánguine suo.


Allelúja , allelúja. V. Sancte Míchaël Archángele, defénde nos in praélio: ut non pereámus in treméndo judício. Allelúja. V. Concússum est mare, et contrémuit terra, ubi Archángelus Míchaël descéndit de caelo. Allelúja.


Evangelium

+ Sequéntia sancti Evangélii secúndum Matthaéum (Matth. XVIII, 1-10). IN illo témpore: Accessérunt discípuli ad Jesum, dicéntes: Quis, putas, major est in regno caelórum ? Et ádvocans Jesus párvulum státuit eum in médio eórum, et dixit: Amen dico vobis, nisi convérsi fuéritis, et efficiámini sicut párvuli, non intrábitis in regnum caelórum. Quicúmque ergo humiliáverit se sicut párvulus iste, hic est major in regno caelórum. Et qui suscéperit unum párvulum talem in nómine meo, me súscipit. Qui autem scandalizáverit unum de pusíllis istis, qui in me credunt, éxpedit ei ut suspendátur mola asinária in collo ejus, et demergátur in profúndum maris. Vae mundo a scándalis. Necésse est enim ut véniant scándala: verúmtamen vae hómini illi, per quem scándalum venit. Si autem manus tua, vel pes tuus scandalízat te, abscíde eum, et prójice abs te: bonum tibi est ad vitam íngredi débilem, vel claudum, quam duas manus, vel duos pedes habéntem, mitti in ignem aetérnum. Et si óculus tuus scandalízat te, érue eum, et prójice abs te: bonum tibi est cum uno óculo in vitam intráre, quam duos óculos habéntem mitti in gehénnam ignis. Vidéte ne contemnátis unum ex his pusíllis: dico enim vobis quia Angeli eórum in caelis semper vident fáciem Patris mei, qui in caelis est. Credo.

Offertorium

(Apoc. VIII, 3 et 4) Stetit Angelus juxta aram templi, habens thuríbulum áureum in manu sua, et data sunt ei incénsa multa: et ascéndit fumus arómatum in conspéctu Dei, allelúja.


Secreta

HÓSTIAS tibi, Dómine, laudis offérimus, supplíciter deprecántes: ut eásdem, angélico pro nobis interveniénte suffrágio, et placátus accípias, et ad salútem nostram proveníre concédas. Per Dóminum… R. Amen.


Communio

(Dan. III, 58) Benedícite, omnes Angeli Dómini, Dóminum: hymnum dícite, et superexaltáte eum in saécula, allelúja.



Postcommunio

BEÁTI Archángeli tui Michaélis intercessióne suffúlti: súpplices te, Dómine, deprecámur ; ut, quod ore proséquimur, contingámus et mente. Per Dóminum… R. Amen.