En el transcurso de las apariciones que tuvieron lugar en Fátima, se les enseñaron a los tres niños videntes cinco oraciones únicas y poderosas, dos de ellas por el Ángel de la Paz y las otras tres por la Madre de Dios. Posteriormente, Nuestro Señor Jesucristo se le apareció a Sor Lucía en Rianjo, España, y le dictó dos oraciones más. En este 13 de mayo, en un nuevo aniversario de la primera aparición de la Santísima Virgen a Lucía y a los beatos Jacinta y Francisco, ofrecemos estas siete oraciones junto con otra que nos ha parecido muy conveniente publicar, esperando que sean de gran provecho espiritual a nuestros lectores.
Profundamente postrados se recita tres veces la siguiente deprecación:
Dios mío, yo creo, yo adoro, yo espero y os amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan, ni os aman.
La plegaria que se halla a continuación puede servir tanto para ofrecer la Santa Misa como el Santo Rosario, así como al inicio de la visita al Santísimo Sacramento:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, yo os adoro profundamente, y os ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido, y por los méritos infinitos de Su Sacratísimo Corazón y los Dolores de Vuestra Inmaculada Madre, os pido la conversión de los pobres pecadores.
La siguiente oración no pertenece a las que el Ángel de Fátima enseñó a los tres pastorcitos, sino que se halla en un devocionario cordimariano publicado por la claretiana Editorial Coculsa en los años cuarenta. Se incluye por parecernos preciosa y muy apta para recitarla después de la anterior como ofrecimiento del Santo Rosario:
Y Vos, oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra, que en Fátima os habéis querido llamar con el dulce nombre del Rosario, dignaos aceptar esta dulcísima devoción que vamos a rezar, según los deseos que habéis manifestado, con la intención de honraros, de haceros compañía y de reparar los ultrajes con que los impíos y malos cristianos hieren vuestro amante Corazón. Dignaos, Madre querida, cumplir vuestra promesa de asistirnos todos los días de nuestra vida y sobre todo en la hora de la muerte con las gracias necesarias para la eterna salvación de nuestras almas. Así sea.
Al final de cada misterio del Santo Rosario, después del Gloria Patri, dígase:
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
En latín:
O mi Iesu, peccata nostra dimitte nobis, ab igne inferni defende nos; perduc in coelum ómnium ánimas, eorum imprímis qui máxime misericordia Tua índigent.
Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas de tu misericordia.
En latín:
O mi Iesu, peccata nostra dimitte nobis, ab igne inferni defende nos; perduc in coelum ómnium ánimas, eorum imprímis qui máxime misericordia Tua índigent.
Jaculatoria latréutica:
¡Oh, Santísima Trinidad!, os adoro. Señor mío y Dios mío, os amo en el Santísimo Sacramento.
Plegaria de ofrecimiento de mortificaciones y sacrificios:
¡Oh Jesús, te ofrezco este sacrificio por tu amor, por la conversión de los pecadores y en reparación de los pecados que tanto ofenden al Inmaculado Corazón de María!
Dulce Corazón de María, sed la salvación de Rusia, de España y de Portugal, de Europa y del mundo entero.
Por vuestra pura e Inmaculada Concepción, oh María, alcanzadme la conversión de Rusia, de España, de Portugal, de Europa y del mundo entero.
2 comentarios:
Recomendamos este video donde se muestra como oficiar la Santa Misa tradicional:
http://catolicidad-catolicidad.blogspot.com/2009/05/como-celebrar-la-misa-catolica.html
La oración de Fátima para rezar entre misterios no es como ustedes la escriben allí, es de esta manera:
Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno y lleva al cielo a todas las almas, especialmente a las más necesitadas.
Hasta ahí. La otra forma fue dictada por un "mensajero" a una vidente.
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