
Esta cena llega a ser tan opípara que se ha creado toda una gastronomía alrededor. No hay duda de que en muchos hogares constituye ésta una ocasión para reunir a la familia con espíritu cristiano, lo cual es santo y bueno. Pero también es verdad que existe el peligro de los excesos de la gula, que no son precisamente la mejor preparación para recibir al Niño Jesús en la noche bendita de su Natividad. Un estómago repleto y una digestión pesada no son, desde luego, las mejores disposiciones con las que acudir a la misa del gallo, si es que se está en condiciones de salir de casa. Mucho menos lo son para recibir la comunión, por mucho que se haya comido antes de medianoche y legalmente se pueda acercar uno a recibir la sagrada hostia. Por ello sería muy recomendable conservar o volver a la costumbre de la cena de vigilia, aunque no sea tan parca como la antigua colación, pero a base de pescado y en cantidad moderada para poder digerirla bien y estar en condiciones decentes para ir a a la iglesia.
Después de la misa del gallo, la familia podría volverse a reunir para adorar al Niño Jesús en el pesebre de casa, cantando villancicos y felicitándose recíprocamente. Entonces se podría tomar el resopón tradicional –a base de chocolate y pastas– en el que es recomendable no abusar, reservándose para la comida del día, la cual podría tener lugar, para los más devotos, al regreso de la tercera misa de Navidad, que suele ser la misa mayor. Los banquetes no están reñidos con el regocijo cristiano, siempre que se asuman con moderación. En la Sagrada Escritura son muchos los ejemplos de grandes comidas como legítima muestra de alegría: baste pensar en Jesucristo, María y los discípulos en las bodas de Caná; en el banquete mandado preparar por el padre del hijo pródigo para celebrar el regreso de éste; en las veces en las que el Maestro compara el Reino de los Cielos a un convite. Qué duda cabe que el nacimiento de nuestro Salvador es motivo de festejar con júbilo las familias cristianas, pero ha de guardarse, como en todo, la justa medida y en esto, como en muchas otras cosas, es sabia la tradición.
2 comentarios:
Bueno esa tradición de ayuno y abstinencia el 24 de diciembre es algo regional, he buscado extensamente y en ninguna parte de los canones de la iglesia habla de abstinencia ni ayuno el 24 de dicembre y mucho más cuando es una fecha inclusive considerada hasta pagana. Simplemente es una tradición regional de algunas partes como el sur de Italia. http://es.catholic.net/op/articulos/23737/cat/1204/obligacion-de-guardar-el-ayuno-y-la-abstinencia.html
No era algo regional, se practicaba en todas las comunidades Cristianas, en la Castilla la Mancha también se observaba esta costumbre, y hasta que no nacía el niño, no se podía comer carne ni derivados, el chocolate con tortas de manteca se tomaba al volver de la misa del Gallo, mi madre nacida en 1925 contaba que la cena de nochebuena se componía de verduras y bacalao, ese el origen de la cena de lombarda, besugo, etc, pero nadie lo recuerda ya y estuvo practicándose en España hasta la época de la Guerra Civil, ya nadie lo recuerda, en los países del Este de Europa son tradicionales las cenas de 8 verduras, era una prática la vigilia de nochebuena pero ya nadie la recuerda y no han pasado ni 100 años, que desmemoriados somos para algunas cosas....
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